Alonso Bernabé, de Yalanuhuits, explicó que para llegar a la cabecera municipal les toma un día a pie, lo cual tienen que hacer frecuentemente porque el camino de terracería está intransitable muchas veces.
Uno de los problemas más grandes es la falta de educación, pues no hay escuela cercana, por lo que tienen que caminar demasiado. De sus 14 hijos, Bernabé solo pudo costear estudios básicos para uno.
Subsistencia
Relató que la mayoría de los pobladores se dedica al cultivo de maíz y frijol para consumo propio, y venden lo que les sobra, aunque hay quienes tienen más terrenos y siembran café y cardamomo.
A María Gómez Gregorio, pobladora, le parece que el problema que enfrentan es que los creen mexicanos, por estar cerca de la frontera con ese país.
Gómez Gregorio habla frente a su comal de barro mientras hace tortillas para sus cuatro hijos —de entre 6 y 11 años—, quienes esperan el desayuno. “Estamos en lo oscuro, pero queremos luz”, resaltó.
Añadió que su sueño es que haya energía eléctrica en la aldea, para comprarse un televisor.
Pequeños lujos
Gómez Gregorio contó que hay algunos vecinos que gracias a las remesas que reciben desde Estados Unidos han comprado paneles solares, y cobran Q3 por cargar la batería de un teléfono celular y Q3 por dejarlos ver televisión.
Explicó que el problema con la distancia a la que se encuentran y la falta de mantenimiento en los caminos es que tienen que vender sus productos agrícolas a mitad de precio a los intermediarios. Cuando en Barillas la libra de cardamomo está a Q5, aquí nos la pagan a Q2″, lamentó.