Cuando los niños deben dedicarse a estudiar y gozar de tiempo para jugar, este pequeño de apenas 10 años era explotado por su madre, según las fuerzas de seguridad, quienes llevaron a cabo la investigación, después de recibir una denuncia anónima.
El menor se instalaba todo los días frente a un restaurante de comida rápida en la zona 1 de la cabecera, según aseguraron las autoridades. Se informó que la víctima era enviada por su progenitora a pedir dinero a la gente que transita por la calle principal y avenida Chipilapa de esa ciudad, y que si no cumplía con la cuota era maltratado.
La PNC informó que el menor fue puesto a disposición de la Procuraduría General de la Nación (PGN), quien se hizo cargo del caso y envió a la víctima a un centro de protección de menores en donde quedó resguardado, mientras el caso sigue su curso en el juzgado de la Niñez y la Adolescencia de este departamento.
Se intentó obtener la versión de la PGN, sin embargo, los delegados de la oficina departamental indicaron que no tienen autorizado hablar con la prensa, y que la información oficial de los casos que ellos conocen debe solicitarse en las oficinas centrales con las autoridades.
La otra cara de la pobreza
Pobreza marca la vida de miles de guatemaltecos y los más vulnerables son los niños, que son sujetos a trabajar para el sostenimiento de sus familias. Sociedad se enfrenta a problemas de violencia, alcoholismo y drogadicción. El Mapa de Conflictividad de la PDH indentifica al menos 70 problemas sociales que afectan a las comunidades, de los cuales algunos son más recurrentes como la violencia intrafamiliar, maltrato y trabajo infantil.
Al menos una de cada dos personas en el país es pobre —el 15.7% en extrema pobreza—, lo que significa que los ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, mientras que las condiciones de miseria generan problemas como violencia, inseguridad, alcoholismo y drogadicción, que influyen en la descomposición social, según expertos.
La desigualdad se refleja en familias como la de Marvin Rocael Aguilar, de 38 años, y su esposa Ingrid Salazar Díaz, 41, de Los Cerritos, Chiquimulilla, Santa Rosa, quienes viven en extrema pobreza y son padres de las Tres Marías, las trillizas que nacieron el 3 de abril del 2015 en el Hospital Regional de Cuilapa.
La pareja esboza una sonrisa cuando habla de la familia que han conformado —nueve hijos—, aunque les embarga la tristeza cuando se les hace la pregunta de ¿cómo viven?
Aguilar cuenta que los Q2 mil mensuales que gana en un ingenio no alcanzan para cubrir sus necesidades, pues las trillizas necesitan alimentación especial.
“Nosotros vivimos de lo que se cultiva en el campo; nos alimentamos con hierbas”, señaló.
Otro caso es el de Ángela Aguilar, en Jumaytepeque, Nueva Santa Rosa, Santa Rosa, quien espera con ansia la cosecha de café, pues ha sido la única opción de trabajo que le ayuda a resolver parte de sus necesidades como pagar los estudios de sus hijos.
Datos del Instituto Nacional de Estadística establecen que en Santa Rosa hay una población mayor a los 380 mil habitantes y la mayoría pertenece a familias que dependen del salario agrícola, que no sobrepasa los Q20 diarios, lejos del costo de la canasta básica familiar de Q3 mil 697.41 al mes —cifras de abril—.
En el país al menos 850 mil 937 niños y adolescentes están en situación de trabajo infantil, y Huehuetenango ocupa el primer lugar con 142 mil 520 menores trabajadores, por encima de Guatemala —departamento— con 98 mil casos.