Guatemala

Cinco hermanos huérfanos carecen de identidad

"Nunca hemos celebrado un cumpleaños porque ninguno de nosotros sabemos en qué fecha nacimos. Decimos que tenemos cierta edad porque la gente nos la ha calculado, pero ninguno de mis cinco hermanos tiene segundo nombre, ni tenemos apellidos", relató Eligia, miembro de una familia cuyos nacimientos no fueron asentados en el registro civil ni en el Registro Nacional de las Personas (Renap).

Eligia y Rosalina lloran mientras recuerdan cuando murió su progenitora y  sobrevivieron en la calle. (Foto Prensa Libre: Óscar González)

Eligia y Rosalina lloran mientras recuerdan cuando murió su progenitora y sobrevivieron en la calle. (Foto Prensa Libre: Óscar González)

Eran siete hermanos —tres mujeres y cuatro hombres—, pero hace nueve meses murió uno de ellos —Choche—, al ser arrollado por un vehículo cuando se conducía en  bicicleta.

 Tenía como 16 años, pero la familia no pudo velar sus restos mortales, ni enterrarlos porque el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) se negó a entregarles el cadáver, pues ni la víctima ni los parientes tenían documentos que lo identificaran.

Sin embargo, en El Ovejero,  El Progreso, Jutiapa, todo mundo los conoce y sabe que quedaron huérfanos cuando  la mayor, Eligia, era apenas una niña y tuvo que hacerse cargo de sus seis hermanos. Ella apenas guarda recuerdos de su padre. No sabe cuál era su nombre, solo que era agricultor, que tomaba  licor y que murió.

“Nos quedamos solos con mi mamá. Recuerdo que trabajaba duro para darnos de comer; hacia limpieza en las casas, iba a cortar tomate y lavaba ropa ajena. Hace como 10 años salió por la noche a comprar café para  la cena, pero no regresó. Después nos llegaron a decir que unos hombres la violaron y mataron a machetazos”, relató Eligia, entre sollozos.

“Yo me hice cargo de mis hermanos, pero como no tenía trabajo nos sacaron de la casa que alquilábamos.  Dormíamos  en bancas del parque; cuando había frío o llovía, nos tapábamos con cartones y pedazos de nailon”, añadió, entre  lágrimas.

Unión familiar

Eligia contó que aprendieron a leer y escribir porque asistían a la escuela y recibían clases con los demás niños, pero no estaban inscritos.

“Hubo gente  que nos ayudaba y me pedían que les diera a  alguno de mis hermanos, pero no queríamos separarnos. Hasta que ya no pudimos vivir más así,  los agarraron en diferente casa para hacer oficio”, relató.

Eligia se unió con su pareja el año pasado y tiene una niña, pero no  ha podido inscribirla en el Renap porque carece de documentos de identidad. Por ello, ahora busca arreglar la situación de todos. “Cuando me casé le pedí a mi esposo que en medio de nuestra pobreza recuperáramos a mis hermanos y ahora estamos juntos otra vez. Solo Pedro se fue para la costa a trabajar, y no se qué pasó con él”, agregó.

Por ello, junto a cuatro de sus hermanos    —Rosalina, Vale, Jorge y Tito—   se presentaron hace poco al Centro de Salud de El Progreso, para hacerse exámenes y así determinar sus edades.

Sobre ello, Rosalina expuso:  “Estamos dispuestos a arreglar los papeles de nosotros. En el Renap nos dijeron que primero tenemos que saber cuántos años tenemos, y por eso venimos al Centro de Salud  para que nos ayuden  a saber nuestra edad y tramitar el documento personal de identificación”.

Stuardo Quintana, médico del Centro de Salud, manifestó su sorpresa porque nunca antes un  grupo   le había pedido exámenes físicos para determinar su edad. “Han venido personas individuales, pero ahora son cinco hermanos. Me parece que hay dos o tres con más de 20 años, y los otros dos son  adolescentes. Los exámenes pueden aproximar la edad, pero para establecerla más exacta se necesitarán otro tipo de evaluaciones científicas”, resaltó.

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