Tenía como 16 años, pero la familia no pudo velar sus restos mortales, ni enterrarlos porque el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) se negó a entregarles el cadáver, pues ni la víctima ni los parientes tenían documentos que lo identificaran.
Sin embargo, en El Ovejero, El Progreso, Jutiapa, todo mundo los conoce y sabe que quedaron huérfanos cuando la mayor, Eligia, era apenas una niña y tuvo que hacerse cargo de sus seis hermanos. Ella apenas guarda recuerdos de su padre. No sabe cuál era su nombre, solo que era agricultor, que tomaba licor y que murió.
“Nos quedamos solos con mi mamá. Recuerdo que trabajaba duro para darnos de comer; hacia limpieza en las casas, iba a cortar tomate y lavaba ropa ajena. Hace como 10 años salió por la noche a comprar café para la cena, pero no regresó. Después nos llegaron a decir que unos hombres la violaron y mataron a machetazos”, relató Eligia, entre sollozos.
“Yo me hice cargo de mis hermanos, pero como no tenía trabajo nos sacaron de la casa que alquilábamos. Dormíamos en bancas del parque; cuando había frío o llovía, nos tapábamos con cartones y pedazos de nailon”, añadió, entre lágrimas.
Unión familiar
Eligia contó que aprendieron a leer y escribir porque asistían a la escuela y recibían clases con los demás niños, pero no estaban inscritos.
“Hubo gente que nos ayudaba y me pedían que les diera a alguno de mis hermanos, pero no queríamos separarnos. Hasta que ya no pudimos vivir más así, los agarraron en diferente casa para hacer oficio”, relató.
Eligia se unió con su pareja el año pasado y tiene una niña, pero no ha podido inscribirla en el Renap porque carece de documentos de identidad. Por ello, ahora busca arreglar la situación de todos. “Cuando me casé le pedí a mi esposo que en medio de nuestra pobreza recuperáramos a mis hermanos y ahora estamos juntos otra vez. Solo Pedro se fue para la costa a trabajar, y no se qué pasó con él”, agregó.
Por ello, junto a cuatro de sus hermanos —Rosalina, Vale, Jorge y Tito— se presentaron hace poco al Centro de Salud de El Progreso, para hacerse exámenes y así determinar sus edades.
Sobre ello, Rosalina expuso: “Estamos dispuestos a arreglar los papeles de nosotros. En el Renap nos dijeron que primero tenemos que saber cuántos años tenemos, y por eso venimos al Centro de Salud para que nos ayuden a saber nuestra edad y tramitar el documento personal de identificación”.
Stuardo Quintana, médico del Centro de Salud, manifestó su sorpresa porque nunca antes un grupo le había pedido exámenes físicos para determinar su edad. “Han venido personas individuales, pero ahora son cinco hermanos. Me parece que hay dos o tres con más de 20 años, y los otros dos son adolescentes. Los exámenes pueden aproximar la edad, pero para establecerla más exacta se necesitarán otro tipo de evaluaciones científicas”, resaltó.