Al sepelio asistieron familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Antes de ser sepultado, el féretro fue llevado a la iglesia evangélica de la cual la víctima era diácono; luego, a la escuela de esa comunidad donde se le rindió un homenaje póstumo.
En el cementerio, participantes demandaron al Ministerio de Gobernación el esclarecimiento de este crimen y la detención de los culpables.