Guatemala

Marquenses sufren frustración y miedo por sismos

El sismo del  lunes recién pasado dejó sin nada a muchos pobladores de San Marcos, quienes no pueden creer lo que están  viviendo, ya que los agobia la duda, incertidumbre ante el futuro y frustración ante la pérdida material.

Cayetana Velásquez, de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, está triste porque la felicidad "huyó" de su barrio. (Foto Prensa Libre: Aroldo Marroquín)

Cayetana Velásquez, de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, está triste porque la felicidad "huyó" de su barrio. (Foto Prensa Libre: Aroldo Marroquín)

SAN MARCOS – Varias personas hablan de esta amarga experiencia y comentan sobre lo que les espera.

El temblor y las constantes réplicas aumentaron la zozobra en la que viven los habitanes, quienes todavía no se reponen de las secuelas psicológicas del terremoto de noviembre del 2012.

Este nuevo evento les causa incertidumbre, porque muchos de ellos perdieron todo y ahora dependen de familiares o amigos.

Martha Orozco, de 73 años, de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, indicó que ya sufrió tres terremotos, pero nunca imaginó quedarse sin vivienda.

“El lunes me quedé con un familiar. Estoy triste porque soy viuda. Tengo hijos, pero  no será igual vivir con ellos, porque tienen familia, pero qué voy a hacer. Mi casa quedó destruida, lo cual es difícil de aceptar. Si el terremoto no me mató,  ahora moriré de tristeza, porque no es lo mismo estar recomendada que vivir en casa propia”, expuso.

Alfonso Velásquez, un sastre local, resaltó que su vivienda resistió el terremoto del 2012, pero no el sismo del lunes pasado.

“Tengo que abandonar la casa que construí hace 50 años. Anoche no dormí, por pensar qué me espera. Dios mío, qué haré de hoy en adelante, mi casa se derrumbó”, añadió.

Cayetana Velásquez,  82, vecina de Los Jazmines, San Pedro Sacatepéquez, afirmó que la tristeza la tiene deprimida.

“No puedo creer lo que estoy viviendo. Lo que antes era alegría en mi cantón, hoy se volvió un cementerio. Estamos tristes, pero no necesitamos ayuda,  sino felicidad, y eso es algo que no se puede comprar”, dijo, triste, sentada cerca de un sanitario destruido por el temblor.

El mecánico Jaime Miranda, de la cabecera,  aseguró que con mucho esfuerzo y ahorros de 19 años compró un terreno y construyó una casa, pero el temblor del  lunes la derrumbó. “¿Qué haré? Dormiré en mi casa porque no hay de otra; no puedo dejar mis cositas porque se las van a robar”, se lamentó.

Isabel Mendoza,  19, originaria de San Antonio, San Marcos, comentó que su vida no volverá a ser la misma. “Antes dormía sola, pero ahora no quiero estar sola en mi cuarto. Me tiembla el cuerpo, no sé qué voy a hacer”.  Por su parte, Carlos Mazariegos, originario de San Rafael Pie de La Cuesta, dijo que no quiere saber nada de noticias, porque esto lo pone nervioso.

“El terremoto del 2012 trajo una cadena de sismos y eso es inevitable. No logro recuperar la alegría familiar que compartía antes de estos eventos, y solo me encomiendo a Dios”, aseguró.

Apoyo moral

El psicólogo Constantino Vásquez explicó que este tipo de traumas es controlable. “En una semana, la  persona  debería estar repuesta; en caso contrario,  cae en depresión”, dijo.

“El estímulo es fundamental, principalmente para personas de la tercera edad, quienes deben ser apoyadas”, señaló.

El profesional argumentó que  es normal la manera de  pensar de los afectados, de que no volverán a ser  lo que eran. En tal situación, es fundamental brindar apoyo moral, resaltó.

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