Los participantes bailan al ritmo de tambores y latas, a lo largo de tres kilómetros, recorrido en el que también queman juegos pirotécnicos como parte de un ritual por medio del cual alejan al diablo de sus vidas.
Juan Guillermo Santizo, organizador de la actividad, indicó que esa tradición tiene más de cien años y que ha sido heredada por varias generaciones. “Cada año invertimos unos Q3 mil, más el aporte de los participantes, que es de Q5 cada uno”, indicó.
Agregó que en el pasado esta era una actividad familiar, y con el paso de los años se popularizó y se convirtió en una tradición.
Vera Marroquín, vecina, expresó que cada año su familia participa en el baile, y lo han hecho para apoyar a la familia Santizo.
“Recomendamos a los organizadores que controlen a los participantes para evitar incidentes, porque en años pasados algunos de los danzantes terminaron hospitalizados con quemaduras por los juegos pirotécnicos”, expresó.