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3 fabulosas historias del loco más nómada del fútbol, el uruguayo Sebastián Abreu

El uruguayo Sebastián Abreu está de cumpleaños, el número 41 de una vida que está lejos de ser la de cualquier mortal. Ni siquiera la de cualquier futbolista.

Han sido muy pocos en la historia del balón que a su edad han podido seguir en activo, anotando goles y siendo la figura de su equipo, más allá que se trate de un club de la segunda división del fútbol en Chile.

Las estadísticas hablan que el Deportes Montt es el club número 25 de su carrera con lo que iguala el récord del portero Lutz Pfannenstiel como los jugadores que han defendido más camisetas en sus carreras.

Si bien el alemán lo hizo esparcido por el mundo, siendo el único en jugar en la seis confederaciones afiliadas a la FIFA, el delantero uruguayo ha repartido sus locuras entre Europa y Latinoamérica.

Una extraordinaria vida junto al balón llena de anécdotas. En BBC Mundo recordamos tres que dejaron una huella imborrable en el folclore del fútbol.

1. La “picada” mundial

Fue un gol de marca registrada, por el momento y por la importancia del escenario: cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 contra un país africano.

Para el resto del mundo fue una definición a lo Panenka, para él y tres millones de uruguayos fue simplemente la picada del Loco.

El partido venía cargado por la tensión que supuso la mano de Luis Suárez y su posterior celebración cuando Asamoah Gyan falló el penalti que hubiera marcado la primera presencia de un país africano entre los cuatro mejores del mundo.

Pero Abreu, todo un veterano de 34 años, se había leído otro guión y desafiando las miradas de todo el mundo picó la pelota para marcar el último lanzamiento de la definición por penales frente a Ghana y le dio a Uruguay el boleto a semifinales.

Cuenta la leyenda que así se lo había imaginado él mismo el día previo al partido, cuando su compañero Sebastián Eguren le recriminó durante el entrenamiento que estaba fallando sus lanzamientos desde los 11 pasos.

“Vamos a ganar por penales, en el quinto. Lo defino yo con mi sello, picando la pelota. Estate tranquilo”, fueron sus palabras.

Ya en la definición, Abreu estuvo atento a cada uno de los lanzamientos de sus compañeros y se percató como el portero rival se tiraba.

“Como era el quinto tenía el tiempo para analizar la técnica de él. Tenía a Fucile a mi lado y uno necesita un aliado para confirmar lo que uno se venía imaginando“, contó Abreu entre risas en una ocasión, imitando la voz de su compañero de selección Jorge Fucile.

“Le pregunté, '¿se movió el arquero?' y él respondió, 'sí loco, se movió'. Llegó el segundo y le volví a preguntar, '¿se movió el arquero?' y él respondió, 'sí loco, se movió'”, siguió explicando el Loco.

“Viene el tercer penal y yo necesitaba, con los nervios, reafirmar algo que ya pensaba iba a ser mi forma de patear. Entonces llegó el tercero y le digo, '¿Fuci se movió?', 'sí, Loco, picala, no rompás más…'”.

Y así fue como nació la histórica frase: “El Loco la picó”.

2. Con más años que su club

En una entrevista publicada hace algunos años en la revista argentina El Gráfico, Abreu recordó que en su carrera había picado la pelota en 25 penales y que en dos de ellos falló.

Uno cuando defendía la camiseta de Tecos en México y el otro con la de Botafogo en Brasil. En ambas lo quisieron matar, pero rápidamente se pudo redimir.

Fueron dos caras del balón que han marcado mucho lo que ha sido su vida como futbolista, sin miedo a la aventura y rompiendo los moldes en los que se suelen encasillar a los jugadores.

Cuando debutó en 1994 con el Defensor Sporting en Uruguay, Abreu comenzó una vida de nómada que lo ha llevado a jugar en 11 países y 25 clubes.

En su palmarés aparecen seis títulos de liga con Nacional, San Lorenzo, River Plate, Botafogo y Santa Tecla en El Salvador, además de su máximo triunfo vistiendo la camiseta Celeste, la Copa América de 2011.

Ahora juega en el Deportes Puerto Montt, club que recién se fundó en 1983, cuando su delantero estrella tenía 7 años de edad.

Muchos pensaron que en la mente de Abreu estuvo igualar el récord de Pfannenstiel, pero el “Loco” aseguró que a él no le “mueven esas cosas”.

“Si hubiese querido romper ese récord de los 25 equipos no habría vuelto seis veces a Nacional de Uruguay, dos veces a River Plate o dos más a San Lorenzo”, aseguró en una entrevista con el periódico chileno El Mercurio tras su presentación con los “Salmoneros” del sur de Chile.

Para él fue importante el proyecto del club y su compromiso lo demuestra en la cancha, como el gol que anotó el fin de semana pasado que supuso la victoria sobre San Marcos de Arica, su octavo tanto en nueve partidos.

3. La 13, las pandillas y Luis Suárez

Si hay un número que identifica la carrera de Sebastián Abreu es el que suele portar en todas las camisetas que ha vestido, o en casi todas.

Es el 13, el número que vistió Fabián O'Neill, uno de sus grandes ídolos en el club de sus amores Nacional.

El Loco se propuso llevarlo en su carrera y el que para muchos se trata de un número de mal agüero para él ha resultado de buena suerte, sea en clubes y con la selección.

Pero hubo tres casos que se recuerdan en los que no lució en su espalda.

Cuando debutó en primera división ya que por reglamento los jugadores titulares debían portar dorsales del 1 al 11, cuando jugó en la Real Sociedad -donde utilizó la 18 con una línea en el medio dividiendo el número ocho- y recientemente en el Santa Tecla en El Salvador, donde optó por el 22.

¿La razón? Para evitar problemas con las pandillas en el país centroamericano.

Las pandillas 'La Mara Salvatrucha (MS-13)' y su rival 'El Barrio 18' utilizan los dígitos para marcar sus territorios y hay clubes de primera y segunda división del fútbol salvadoreño que los retiraron por precaución.

Pero si a Abreu el 13 le ha dado suerte no se puede decir lo mismo que a su compatriota Luis Suárez.

“Cuando empiezo en Nacional y subo al primer equipo, estaba Abreu ahí. Fue mi padre futbolístico, me daba consejos y confianza. Sabe que siempre le estaré agradecido”, contó el pistolero.

“Él usaba la 13 y como mi deseo era ser como él, menos mal no fui como él, me decía que no iba a tener la autoridad y asumir la responsabilidad de jugar con la 13. Cuando se va del club, le dije que sí, que no tenía problemas. Hubo seis meses que no le hacía un gol a nadie y me la cambié por el 9 y ahí empecé a hacer goles”.

“Es por eso que él dice que no aguante la presión de jugar con la 13”, recordó.

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