Las multitudes abarrotaban la ruta de unos 3,2 kilómetros. Vestidos de azul y verde, los colores del equipo, los fanáticos ondeaban banderas, bufandas y pancartas, mientras entonaban cánticos y bailaban.
La Guardia Nacional de Washington escoltaba a muchos de los jugadores en vehículos militares, en un día con cielo despejado y temperaturas gélidas. Otros montaban camiones anfibios.
La policía calculó que unas 700.000 personas participaban del festejo —una cifra mayor a la población total de la ciudad— en la que probablemente sea la congregación más grande en la historia de Seattle.