Dustin Brown, 30 años, que venía de la fase clasificatoria y no había ganado nunca un partido en un torneo grande hasta este Wimbledon, causó sensación al vencer a Nadal en la pista central con un juego de servicio y volea a la vieja usanza.
El aspecto desenfadado de este alemán de origen jamaicano -largas trenzas rastafaris, alto y desgarbado, camiseta sin magas y un tatuaje en el antebrazo- le granjearon la simpatía del público.