Y bajo un robre justo afuera de la sede del club se encontraba Miguel Ángel Jiménez, el español de 50 años que trata de hallarle sentido a todo. El español recordó su primer Masters en 1995, cuando sus compatriotas Severiano Ballesteros y José María Olazábal compartieron secretos en Augusta National, como el mantener la pelota en los lugares correctos del green y “darse cuenta de que aquí el objetivo no es el hoyo”, “Mientras más juegas, más quieres”, dijo Jiménez recargado a su bolso de golf, luciendo relajado detrás de sus lentes oscuros.
Pero al tomar en cuenta a los novatos —Spieth y Patrick Reed, Harris English y Jimmy Walker— desechó la idea de que la experiencia era necesaria para vestir el saco verde. “Hay 24 chicos que juegan por primera vez”, dijo. “¿Pero hay una razón por la que están aquí, no?”
Quien no estaba allí, por supuesto, era Tiger Woods. Alejado del golf hasta mediados de año por una cirugía de espalda, y fuera del Masters por primera vez en su carrera, el show debe continuar.
“Bueno, extrañamos a Tiger, al igual que todo el mundo del golf”, dijo el presidente del Masters Billy Payne. “Con él la amenaza siempre está latente de que logre una buena ronda y gane aquí en Augusta National. No obstante, este es el Masters. Este es el que creemos es el mejor torneo del mundo, uno de los máximos eventos deportivos. Y creo que tendremos un público muy impresionante y contaremos con otro gran campeón a coronarse este año”.
El campo cerró para sesiones de prácticas el miércoles por la tarde, y un gran número de aficionados se enfiló hacia el Torneo Par 3, donde los aplausos ocasionales rompieron el silencio. Fue un preámbulo de lo que se espera que suceda durante los próximos cuatro días en un mayor que rara vez no ofrece momentos dramáticos. Incluso sin Woods. “Es probablemente la semana más esperada del año”, dijo Rory Mcllroy.