La suspensión llegó en un momento clave del partido, cuando la rivalidad entre el serbio y el número 3 del raquin estaba dando el resultado más brillante, cuando la grada sentía que cualquier cosa podía suceder.
El partido había recobrado vida después de que Djokovic se anotara fácil las dos primeras mangas jugadas con bochornoso calor, con un torbellino de tenis que se llevó por delante a Murray, invicto esta temporada sobre tierra batida.
El juego se terminará mañana previo a la final femenina.
Pero el tercer set, que parecía que sería el definitivo para que Djokovic rubricara el pase a su tercera final de Roland Garros, fue todo lo contrario. Murray aguantó los envites del serbio y, en el undécimo juego, en la primera bola de rotura que tuvo, se adjudicó el saque de su rival y, con él, la posibilidad de servir para anotare el parcial. Algo que hizo, alargando un partido que estaba ya amenazado por la noche.
Un riesgo que debió notar el número uno del mundo, que elevó su nivel y acosó al escocés en cada uno de sus servicios. Pero Murray salió respondón. Levantó un 0-40 en el segundo juego y rompió el saque de su rival en el siguiente.
Djokovic lo recuperó enseguida y, tras anotarse su servicio, volvió a disponer de dos bolas de quiebre en el sexto. Pero Murray se defendió de nuevo y en ese momento el partido se aplazó para el sábado.
Tras haber vencido en cuartos de final al español Rafael Nadal, su verdugo en seis ocasiones en Roland Garros, el serbio es el gran favorito para ganar el torneo.
En la primera semifinal, Wawrinka precisó de cuatro sets para acabar con el francés Jo-Wilfried Tsonga, el ídolo local que hincó la rodilla 6-3, 6-7(1), 7-6(3) y 6-4 en 3 horas y 46 minutos.
El suizo espera rival en su primera final en la arcilla parisiense y su segunda en un Grand Slam, tras haber ganado el Abierto de Australia de 2014.
A sus 30 años, eliminado en primera ronda el año pasado, Wawrinka se mostró más sólido que el francés, que solo logró confirmar una de las 17 bolas de rotura que dispuso.
Fue el suizo quien llevó la iniciativa en todo el partido, más ofensivo. Tras apuntarse el primer set, rompió el saque del francés en el primer juego del segundo, ventaja que mantuvo hasta el octavo, cuando impulsad por el público el galo igualó.
En el juego de desempate su servicio se mostró implacable para igualar el partido.
En la tercera, Tsonga echó el resto para tratar de adelantarse, pero no convirtió ninguna de las seis bolas de partido de que dispuso, por lo que la manga se resolvió en el juego decisivo, que en esta ocasión cayó del lado del helvético.
Muy mermados físicamente los dos tenistas, Wawrinka tuvo más sangre fría y experiencia. Rompió en el primer juego de la cuarta manga y mantuvo la ventaja hasta el final, pese a que Tsonga desperdició otras seis bolas de rotura.