El helvético sumó su décimo cuarto grande cuando le faltaban un par de meses para cumplir los 28, pero Nadal ha igualado en victorias en Grand Slam al estadounidense Pete Sampras, que tenía poco más de 31 cuando se alzó con el último.
Nadal amenaza el récord de Federer porque su dominio sobre Roland Garros parece imposible de romper.
“No es para mi un objetivo. Lo que persigo es ganar Roland Garros. Cuando acabe mi carrera podré sentarme a mirar lo que hice mientras pesco en Mallorca” , afirma el balear con la Copa de los Mosqueteros en sus manos.
“Nadal gana Roland Garros porque le pone más ganas que ningún otro rival” , resume el excapitán francés de Copa Davis Guy Forget.
Un buen ejemplo se vio en la final de este año contra el serbio Novak Djokovic. El calor y la humedad convirtieron el duelo en un infierno físico.
El serbio sufría y el español estaba al borde de sus fuerzas. Los calambres incluso ponían en duda su continuidad.
Pero Nadal sacó “ilusión, motivación y ganas de ganar” para seguir adelante, remontar un partido que se le había puesto cuesta arriba y hacerse con su noveno título de París.
“Nadal está formateado para vencer en Roland Garros y eso hace que los rivales tengan muy difícil derrotarle” , indica el excampeón Mats Willander en su diaria columna de “LÉquipe” .
Djokovic, el único capaz de amenazarlo, se ha estrellado en dos ocasiones en la final contra el español, lo que comienza a tener un peso psicológico negativo similar al que durante años arrastró Federer en la Porte de Auteuil.
El serbio vuelve a fracasar en la conquista de su último grande, algo que antes que él también les sucedió a grandes del circuito como Boris Becker, su actual entrenador, John McEnroe, Jimmy Connors, Stefan Edberg o Pete Sampras.
Djokovic llegaba en esta ocasión con unos antecedentes que parecían indicar que podía vencer al español. Le había derrotado en los últimos cuatro duelos, en particular en la final del Masters 1.000 de Roma, que como Roland Garros se juega en tierra batida.
Pero la dimensión del Grand Slam de arcilla volvió a pesarle, incapaz de derrotar a un jugador que parece tenerle tomada la medida a la superficie, a la pista Philippe Chatrier, al formato de los cinco sets e, incluso, al clima de París, que indefectiblemente se alía con sus intereses.
Nadal controla todas las variables de Roland Garros, los tempos, como en ningún otro trofeo. El español ha convertido el torneo en un fortín desde el que afianza su dominio sobre el tenis y amenaza a los más grandes de todos los tiempos.
Su soberanía sobre la arcilla se demuestra con números. A cinco sets suma 89 triunfos y una única derrota, la de aquellos octavos de final de 2009 en los que, contra todo pronóstico, sucumbió ante el sueco Robin Soderling.
Desde entonces, encadena 36 triunfos seguidos y se ha convertido en el primero en levantar de forma consecutiva cinco Copas de los Mosqueteros.
Djokovic ha demostrado que tiene capacidad para derrotarle. Estuvo cerca en la final de 2012, la más larga de todas las que ha tenido que disputar el mallorquín, a diez minutos de las 4 horas, un partido cuya conclusión la lluvia obligó a aplazar al día siguiente, detenido cuando el serbio parecía remontar y que en el lunes siguiente, cayó de forma acelerada del lado de Nadal.
En 2013 se midieron en semifinales en uno de los partidos más intensos y abiertos de la historia del torneo. Cinco sets llenos de alternativas, de lucha y de emoción. El serbio tuvo una bola para colocarse 5-3 en el quinto y servicio, lo que le hubiera dejado a las puertas de su primer Roland Garros.
Pero su “smach” se escapó y Nadal pudo reengancharse al choque, que acabó con un 9-7.
En 2014 Djokovic comenzó dominando el partido, algo que al español no le sucedía desde sus dos primeros triunfos en París. Pero su fe en la victoria es inquebrantable. Y en ella sustenta su reinado sobre Roland Garros. EFE