“Amo a mi familia”, fue lo único que acertó a decir Griner a la prensa tras escuchar el fallo y abandonar el tribunal de la ciudad de Jimki, en la región de Moscú.
La imagen de una resignada Griner, encajonada en una celda con barrotes de metal en la que tenía que agacharse debido a su altura (2,06 metros), fue el mejor reflejo de todo el proceso judicial.
La deportista, campeona mundial y olímpica, ha sido víctima de la tensión geopolítica entre Rusia y EEUU. Llegó a Moscú el 17 de febrero, una semana antes del inicio de la “operación militar especial” rusa en Ucrania, y casi seis meses después se convierte en un daño colateral del conflicto.
Nueve años por unos cartuchos de cannabis
La Fiscalía pedía 9,5 años de cárcel para la deportista, ya que consideró que su culpa estaba “probada totalmente”, mientras la defensa solicitó su absolución o, en su defecto, la menor pena posible.
La juez, Anna Sotnikova, tomó partido por la acusación y, aunque reconoció como “atenuantes” el ejercicio de contrición y los logros deportivos de la acusada, le endosó nueve años.
Según la sentencia, Griner es culpable de “posesión e introducción ilegal de narcóticos a través de la aduana”, según estipulan los artículos 228 y 229.1 del código penal ruso (tenencia y tráfico de drogas).
Sus abogados, que esta semana pusieron en duda como prueba las muestras de cannabis tomadas por la policía rusa tras su detención por defecto de forma, adelantaron que recurrirán el fallo.
Griner, que fue detenida en febrero pasado en un aeropuerto de Moscú con cartuchos de aceite de cannabis en la maleta, dijo entender el fallo y apenas mostró emoción alguna, pese a su severidad.
Previamente, la condenada había pedido hoy clemencia al admitir su “error”, algo que ya había hecho anteriormente, cuando argumentó como excusa las prisas con las que hizo las maletas para viajar de Nueva York a Moscú.
La jugadora, que admitió saber que en Rusia está prohibido el cannabis, aseguró en su favor que lo consume como analgésico para aliviar el dolor en sus rodillas, pero nunca durante la competición.
“Cometí un error sin mala intención y espero que el fallo no arruine mi vida”, dijo.
De nada sirvió, Griner abandonó el edificio en un furgón, tras lo que, teóricamente, tendrá que cumplir su condena en una penitenciaría para mujeres.
Indignación de Biden
Nada más conocerse el fallo, Biden exigió a Rusia que libere “inmediatamente” a la baloncestista, que se dirigió en su momento por carta al mandatario para no pudrirse en una cárcel rusa.
“Esto es inaceptable y pido a Rusia que la libere inmediatamente para que ella pueda estar con su esposa, sus seres queridos, sus amigos y sus compañeros de equipo”, dijo el mandatario en un comunicado distribuido por la Casa Blanca.
La sentencia muestra, a juicio de Biden, lo que todo el mundo “ya sabe”, es decir, que está detenida erróneamente en Rusia.
Biden prometió que su Gobierno seguirá trabajando “sin descanso” y “buscando todas las vías posibles” para que Griner y el exinfante de marina Paul Whelan, condenado a 16 años de cárcel por espionaje en Rusia, “vuelvan a casa y estén a salvo lo antes posible”.
El presidente ha sido muy criticado por su gestión de los casos de los prisioneros en manos de Rusia.
El secretario de Estado, Antony Blinken, tuvo la oportunidad de abordar este asunto hoy en Camboya con su colega ruso, Serguéi Lavrov, en el marco de la reunión ministerial de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), pero se ignoraron.
“Hubo contacto con todos los que no se escondieron. Los botones de Serguéi Víctorovich (patronímico de Lavrov) están en su sitio”, comentó un funcionario ruso a los medios locales en respuesta a la afirmación de que Blinken agarrará por la pechera a su homólogo si hace falta.