Deporte Nacional

Gerber Blanco: Historia de una guerrero de las vallas

Era tan solo un adolescente de 12 años cuando la soledad y el alcoholismo amenazaban con destruir su futuro; sin embargo, el deporte apareció como un rayo de esperanza para Gerber Blanco.

Gerson Blanco, seleccionado de atletismo, se prepara para participar en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. (Foto Prensa Libre: Fernando López R.)

Gerson Blanco, seleccionado de atletismo, se prepara para participar en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. (Foto Prensa Libre: Fernando López R.)

El velocista Gerber Blanco en julio próximo representará a Guatemala en la prueba de 400 metros vallas de los Juegos Panamericanos de Toronto.

La fe y perseverancia del joven atleta guatemalteco son los factores principales de un cambio drástico en su vida, cuando, desde finales del 2007, fijó su mirada en el atletismo y ha atravesado un camino difícil que ha forjado su carácter.

“La verdad es que mi historia es bastante larga”, advierte Gerber con una sonrisa contagiosa que permite advertir su anhelo de relatar la transformación de la que ha sido objeto.

“Yo no tenía pensado entrenar este gran y hermoso deporte, pero cuando tenía 14 años y vivía solo con mi papá, llegaron a Lívingston en búsqueda de nuevos talentos para el deporte. La Federación tenía un proyecto y yo decidí arriesgarme”, recuerda Gerber.

Después de dos intensas pruebas recibió nota de que formaría parte de este proyecto, en el cual recibiría todo el apoyo de parte de la Federación Nacional de Atletismo, por lo que tuvo que regresar a Puerto Barrios para formar parte del sueño.

“El proyecto era como un internado. Había atletas de Zacapa, la capital y de todos lados. Cuando yo recibí la noticia fui rápido a buscar a mi papá y a contarle. Él me dio permiso y se puso muy contento por mí”, recuerda.

El entrenador peruano Diego Vela fue quien guió los primeros pasos de Gerber en el atletismo. El deportista tenía una nueva motivación y una chispa de superación creció en él, después de haber superado años difíciles por problemas familiares.

“En el 2004 mi familia se desintegró porque mi papá se fue a Lívingston y me quedé con mis hermanos en Puerto Barrios. Yo tenía 12 años. Si no fuera por el deporte no sé en dónde estaría, porque ya estaba saliéndome del carril. No me gustaba estudiar y solo andaba en la calle y me estaba metiendo en el alcohol”, recuerda Gerber, y afirma que el atletismo llegó justo a tiempo en su vida.

Los siguientes tres años fueron de total aprendizaje en una experiencia que describe como “fantástica” y que lo llevó a poner su nombre entre los principales exponentes de los 400 metros vallas a escala nacional.

“Me dediqué a entrenar mucho y a dar mi máximo esfuerzo. Mi entrenador peruano me ayudó mucho e inmediatamente empecé a tener buenos resultados. Cabal, al año que empecé a competir, fui al Campeonato Centroamericano Juvenil en Nicaragua y lo gané”, comenta.

Después de dar ese paso importante, Gerber ganó en confianza y empezó a dominar a escala nacional, con lo que superó a Carlos Andrade, quien en ese entonces era su principal contrincante.

Depresión

Cuando parecía que su carrera en el atletismo iba viento en popa, el atleta se vio azotado por una fuerte depresión, acompañada de una lesión de rodilla que estuvo cerca de alejarlo del deporte.

“Yo ya iba a tirar la toalla, principalmente por falta de motivación. Me entró una depresión porque sentía un vacío y la necesidad de sentir que alguien estaba conmigo apoyándome. Había algo que no me dejaba… Mis resultados se vinieron para abajo y mi entrenador se fue. Dejé de ver progreso en mis prácticas”, comparte.

En el 2013, el atleta dejó los estudios y el deporte para buscar un empleo y poder mantenerse por sí mismo, pero la Federación apareció en el momento justo para evitarlo.

“Me puse a buscar trabajo porque no quería molestar a mi familia. Tenía una entrevista en una empresa para trabajar como seguridad; también en una oficina contable y en una empresa de agua pura, pero algo me detuvo y no me presenté a ninguna de las tres entrevistas”, afirma Gerber.

Fue entonces cuando recibió el llamado para trasladarse a la Ciudad de Guatemala y empezar otra vez a entrenar. De nuevo un rayo de luz apareció en su camino y con “la ayuda de Dios” nació una nueva motivación.

“Me costó tomar la decisión porque yo antes decía que nunca viviría en la capital, por todo lo que miraba en las noticias, que era muy peligroso. Pero me animé y acá estoy muy contento. La adaptación fue difícil, pero ahora nada me va a detener”, asegura el atleta.

Con poco más de un año de estar viviendo en la capital, Gerber tiene ahora en la bolsa el boleto para los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, después de lograr su clasificación en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014.

Sueña en grande

Los retos son cada vez mayores, pero Gerber está dispuesto a demostrar que todo es posible a base de mucho esfuerzo y disciplina. Su máximo anhelo es subir al podio en Toronto y obtener la marca para los Juegos Olímpicos de Río 2016; una meta ambiciosa.

“Es indescriptible lo que siento con el simple hecho de saber que voy a representar a mi país en los Juegos de Toronto. Es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida y estoy tan entusiasmado por estar ya allí y dar lo mejor de mí”, dice el atleta, de 20 años.

El actual entrenador de Gerber, Alejandro Selva, de El Salvador, es quien dirige sus rutinas diarias y en quien el atleta confía plenamente para mejorar su marca en su especialidad, que son los 400 metros vallas.

“Estoy muy contento con él y siento que trabajamos muy bien juntos. Todos los días me esfuerzo; no hay día que no entrene y es algo que disfruto mucho, porque vengo temprano al Mateo Flores, pongo mi música que me ánima y entreno con todo mi esfuerzo”, afirma.

Ahora el atleta enfoca sus sesiones diarias de entrenamiento en los Juegos de Toronto y también tiene en su mente buscar en este evento la marca de acceso para el Mundial de Atletismo que se disputará un mes después, en China.

“Mi mejor marca es la que obtuve en los Juegos de Veracruz, que fue de 50.38; para el Mundial me están pidiendo 49.50. Se escucha que es una diferencia pequeña, pero no lo es; sin embargo, creo que estoy haciendo un buen trabajo y considero que puedo lograrla”, asegura Gerber.

Con la certeza de que lo mejor está por venir en su carrera como deportista, el atleta sueña con poder inspirar a los jóvenes guatemaltecos para que se involucren en el deporte para formar un mejor país y poder hacer de su vida algo positivo, lejos de cualquier vicio.

“Un deportista más, un delincuente menos. Me gustaría animarlos a todos a que busquen hacer deporte, el que más les guste. Es algo que va a cambiar sus vidas para bien”, asevera el deportista nacional.

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