Según las estimaciones de la Federación Nacional del Comercio del Instituto de Estadística, durante el fin de semana de la Super Bowl a lo largo y ancho del país se gastarán más de 14.000 millones de dólares (12.400 millones de euros) para seguir las hazañas de Tom Brady, el emblemático mariscal de campo (‘quarterback’) de los Patriotas y esposo de la modelo brasileña Gisele Bündchen; de su par de los Seahawks, Russell Wilson, y de sus compañeros de equipo.
Los gastos en bebidas, alimentación y otros aumentarán en más de 2.000 millones con respecto al año anterior, y la 49ª edición de la Super Bowl podría estar llena de superlativos, también en el plano económico.
Este megaevento deportivo de la vida estadounidense, creado en 1967, podría ser seguido por 184 millones de estadounidenses en la televisión, reunidos en familia o con amigos, en un bar o un restaurante.
La anterior edición de la Super Bowl, ganada por los Seattle Seahawks, de nuevo finalistas este año, mantuvo al frente de la pequeña pantalla a un promedio de 111,5 millones de televidentes por más de cuatro horas.
– 4,5 millones en 30 segundos –
También es la emisión con mayor audiencia de la historia de la televisión estadounidense. ¿Hasta este domingo?
Hace una década, el evento sólo conseguía 89,9 millones de televidentes, pero la NFL, la liga que supervisa el deporte más apreciado por los estadounidenses, tuvo la habilidad de producir un espectáculo que interesa no sólo a los aficionados del deporte.
El tradicional espectáculo del medio tiempo es altamente responsable de este éxito: los artistas más importantes han participado allí y elevan las audiencias en televisión, alcanzando 113,5 millones de televidentes en 2014 durante el concierto del cantante pop Bruno Mars y de la banda californiana Red Hot Chili Peppers. Estos doce minutos, que convierten al espectáculo en el más observado del mundo, serán concedidos este año a Katy Perry, estrella pop e intérprete de canciones como ‘I kissed a girl’, ‘Firework’ y ‘Part of Me’, que contará con la presencia en escena de Lenny Kravitz.
Este tipo de audiencia también despierta el apetito de los anunciantes y de los publicistas que, año tras año, luchan con originalidad para intentar transformar a los espectadores en clientes potenciales. La Super Bowl es una competencia feroz para las marcas, pero esta exposición tiene un costo enorme: difundir un comercial de 30 segundos durante el medio tiempo del juego puede llegar a costar 4,5 millones de dólares.
– 33.000 sin vender en 1967 –
La reunión también desata las pasiones entre los corredores de apuestas, que van a movilizar 4.000 millones de dólares durante esta final.
El precio de las entradas también aumenta: los boletos se negocian a 5.725 dólares en el mercado de reventa, pudiendo llegar hasta 10.000 dólares para los mejores asientos. Estos valores están lejos de los precios registrados en la primera edición del evento en 1967: los boletos se vendían en la época entre 6 y 12 dólares, y 33.000 se quedaron sin comprador. Esto sería impensable actualmente. La demanda es tal que las autoridades locales están recomendando a los espectadores no comprar entradas en sitios no autorizados, para evitar gastar miles de dólares en vano.