Un total de 34 tantos marcados en los últimos nueve partidos arrojan un promedio demoledor de 3,8 goles por encuentro, que aumenta has los 4,2 tantos si prestamos atención solo al a Liga.
Antes de caer en San Sebastián, el equipo de Luis Enrique Martínez había anotado 41 goles en dieciséis jornadas, un promedio de 2,4 tantos por encuentro, casi la mitad que en este último mes de curso.
Desde entonces, amparado en el estado de gracia de Messi y de un Neymar en racha realizadora, el equipo ha decidido atacar los partidos a tumba abierta.
Tanto es así, que también se ha doblado el promedio de goles en contra, que ha pasado de ser de 0,5 tantos, hasta el tropiezo ante la Real Sociedad, a un gol encajado por partido -justo el doble- a partir de entonces.
Los azulgranas salen ahora a buscar los partidos presionando más arriba y ponen cerco a la portería rival con una fútbol más dinámico, directo y vertical.
Cuando su oponente acepta el intercambio de golpes, el aficionado puede disfrutar de partidos de ida y vuelta tan trepidantes como el Atlético-Bara de los cuartos de final de Copa o los dos últimos duelos ligueros contra el Villarreal y el Athletic Club.
Al Barcelona jugar la Liga a todo trapo le sienta de maravilla. Su pegada es tal, que poco importa que se haya olvidado de controlar el tempo de los partidos a su antojo, una de sus señas de identidad en los últimos años.
En la brillante victoria de ayer en La Catedral, los dos jugadores azulgranas que menos intervinieron en el partido fueron Xavi Hernández e Ivan Rakitic, algo que no hace tanto podría haber encendido todas las señales de alarma y que ahora no es más que la constatación de que el equipo prefiere explotar la velocidad en la transición y el juego de espacios.
Bajo estas nuevas señas de identidad, el Bara ha pasado de aburrir con su fútbol previsible en estático a divertir -y divertirse- de lo lindo, convirtiéndose en el único equipo que aun opta al triplete y que ha sido capaz de ganar los últimos cinco partidos de Liga.
El Real Madrid, que cayó en el Calderón, y el Atlético, que hizo lo propio en el Camp Nou solo han ganado los últimos cuatro compromisos ligueros y además han quedado eliminados de la Copa del Rey.
Ambos presentan una estadística sensiblemente inferior a la del conjunto azulgrana en estas cinco últimas jornadas. Los blancos tienen un promedio de 2,4 goles marcados por 1,2 goles encajados, mientras que el conjunto que dirige el Cholo Simeone ha anotado 2,6 tantos por partido y encajado un gol por encuentro.
Un Messi celestial ha marcado en todos los partidos de Liga desde Anoeta, Neymar se ha revelado como un crack que decide partidos, Luis Suárez por fin se ha reencontrado con el gol y jugadores como Piqué o Busquets han recuperado su mejor versión para ponerla al servicio del equipo. Todo eso en poco más de un mes. Aunque un mes, en el fútbol, es mucho tiempo.