El técnico que condujo al club de la república de Tatarstán a la gloria en Rusia, cuando superó a rivales de mayor nombre y potencial, como el Zenit o el CSKA, terminó por perder el crédito de los dirigentes y la afición del club.
El técnico que se hizo famoso por su costumbre de encomendarse a Alá y sentarse en el banquillo deslizando sus dedos por las cuentas de un rosario musulmán, dirigía el vestuario desde 2001.
Dos años después de haber asumido el cargo de entrenador, subió al Rubín a la Primera división rusa y ganó el bronce del campeonato esa misma temporada.
Durante las últimas dos temporadas, Berdíev, famoso por sus planteamientos numantinos, ha intentado revolucionar el juego del equipo de un estilo extremadamente conservador a otro de mayor posesión del balón y de mayor iniciativa en ataque.
No obstante, el resultado ha sido un sonoro fracaso, ya que el antaño nuevo rico del fútbol ruso es actualmente undécimo entre dieciséis equipos, a 10 puntos de los puestos europeos.