“Nos da un poco de nostalgia a mí y a todos los hinchas que nuestra cancha no esté más en falsa escuadra”, declaró el presidente de Liniers, Marcelo Gómez, al deportivo Olé del miércoles. “Era un símbolo de nuestro club, característico de la institución”.
La cancha tenía más una forma de trapecio que de un rectángulo. Entre otras fallas, una mitad del campo era más chica que la otra, sus líneas perimetrales no estaban encuadradas y al tener un arco corrido si se trazaba una línea recta desde ese lugar terminaba al borde de la otra área.
Liniers, con sede en la ciudad de San Justo, lindante con la capital argentina, jugó con la cancha torcida desde que la inauguró en 1987 con capacidad para unas 5 mil personas.
Las anomalías eran ignoradas por la mayoría de los aficionados al futbol, pero conocidas en el balompié del ascenso. Ningún club jamás alzó una protesta, hasta que sí lo hizo la AFA casi tres décadas después cuando se habría enterado de los errores a través del Google Maps.
La reinaguración oficial de la nueva cancha de Liniers será en febrero cuando “La Topadora” reciba a Claypole por el campeonato de primera D, en el que marcha en el quinto lugar.