El 21 de noviembre el árbitro del partido Panathinaikos – Olympiakos tomó la decisión de anular el partido tras los actos violentos que tuvieron lugar en las inmediaciones del estadio Apostolos Nikolaidis dos horas antes del derbi, y dentro del estadio diez minutos antes de la hora prevista para el pitido inicial.
Varios hooligans lanzaron piedras y otros objetos a las fuerzas de seguridad, que replicaron utilizando bombas lacrimógenas.
Un breve enfrentamiento entre policías y aficionados tuvo igualmente lugar en el estadio en las cercanías del túnel de entrada a los vestuarios, y varios cohetes pirotécnicos fueron lanzados en dirección a los jugadores del Olympiakos cuando saltaron al terreno de juego.
El anuncio de anulación del partido provocó la cólera de decenas de hooligans del Panathianikos, que se lanzaron al terreno de juego para enfrentarse con las fuerzas antidisturbios, que debieron usar gases lacrimógenos.
Tres policías resultaron heridos, uno de ellos gravemente, y 14 aficionados fueron detenidos.
“La nueva ley es clara, el partido debe ser suspendido, no debemos jugar en una jungla”, declaró Savvs Theodoridis, vicepresidente del Olympiakos.
El dirigente precisó que los cohetes dirigidos hacia los jugadores durante el calentamiento hirieron al delantero islandés Alfred Finnbogason, con quemaduras en una mano.
La violencia es un mal frecuente en el fútbol griego. El pasado mes de marzo, una ley fue adoptada para luchar contra esta lacra. En ella se estipula la anulación de encuentros deportivos en caso de incidentes violentos, como fue el caso el sábado en Atenas.