El italiano se convierte así de momento en el máximo artillero del torneo con su quinto tanto.
Aunque el súbito gol italiano desconcertó a los ingleses, el plan del cuadro de Paul Simpson no varió; tocar, moverse y buscar el desborde de Lookman o Solanke para romper las líneas “azzurri”.
Pero Inglaterra notó la falta por sanción de Onomah en la medular y estuvo más difusa en el primer tramo, con una Italia muy rápida en las transiciones y tremendamente cómoda a la espera de lanzar una contra.
Antes del descanso Solanke pudo al menos probar la respuesta de Zaccagno con un zapatazo desde el balcón del área.
Tras el descanso y ayudado por la salida de Ojo, los ingleses se afinaron más y dispusieron de hasta cuatro ocasiones claras en las que o bien el balón se fue fuera por un dedo o de nuevo Zaccagno se reivindicó como uno de los metas del torneo.
Pero fue precisamente un mal despeje del portero del Torino tras un centro de Ojo el que posibilitó el empate de Solanke casi a puerta vacía.
Una preciosa jugada colectiva de los ingleses estuvo a punto de acabar en el segundo apenas 3 minutos después.
Para entonces el balón ya no salía de campo italiano.
La insistencia de los isleños dio sus frutos cuando de nuevo un centro de Ojo acabó en un barullo en el área chica que Ademola Lookman aprovechó para hacer el 1-2.
Sin perder en ningún momento el control de la pelota, Inglaterra selló su pase a la final cuando en el 88 Solanke golpeó con la derecha desde fuera del área y dobló las manos de Zaccagno.