A la cita inglesa acudieron 10 selecciones europeas, cuatro sudamericanas, una asiática (Corea del Norte) y una por Centro y Norteamérica (México, que contó con el portero Antonio Carbajal en su quinto y último Mundial).
En la primera ronda hubo dos sorpresas mayúsculas. La eliminación de Italia, que perdió 1-0 ante Corea del Norte, y de Brasil, que vio como su principal astro, Pelé, caía lesionado por durísimos marcajes, primero frente a Bulgaria y después contra Portugal, partido en el que quedó definitivamente fuera de juego tras dos patadas criminales del luso Joao Morais.
Aunque los portugueses, primerizos en lides mundialistas, no se limitaron a dar leña y también asombraron por sus buenas prestaciones. Su secreto: Eusebio, un artillero formidable que con sus nueve goles -fue el máximo anotador de la cita- aupó a su país hasta una increíble tercera posición.
En semifinales sólo quedaron equipos europeos. Alemania, en la que empezaba a despuntar un tal Franz Beckenbauer, ganó a la URSS (2-1), e Inglaterra, arropada por su público, hizo lo propio con Portugal gracias a dos tantos del inefable Bobby Charlton (2-1).
La final, disputada en el templo de Wembley, no estuvo exenta de polémica. Inglaterra ganó en la prolongación a Alemania (4-2) con un gol fantasma de Geoff Hurst, que anotó tres tantos en la final y se convirtió en el único jugador en lograrlo hasta el presente.