El posterior 4-0 en el duelo de desempate, dos días más tarde, condenó a un subcampeonato sin consuelo a uno de los equipos más recordados y míticos de los 111 años de existencia del Atlético. Una deuda histórica que ha pasado de generación en generación desde entonces y que ahora desafía un imponente conjunto rojiblanco.
El Atlético del argentino Diego Simeone está a las puertas de la final de la Copa de Europa. Es una oportunidad quizá única para el equipo rojiblanco, el único invicto y el menos goleado en esta edición de la Liga de Campeones, con ocho victorias, tres empates y solo cinco tantos en contra; un bloque compacto, intenso, eficaz en ataque, firme en defensa, líder de la Liga y sensacional en Europa.
Hoy visita Stamford Bridge en otro combate táctico, como el encuentro de ida en el Vicente Calderón, con un 0-0 tan inquietante para el Atlético como para el Chelsea, que consiguió su objetivo hace ocho días en Madrid con el empate sin goles en un ejercicio defensivo que contuvo la irrenunciable ambición de los rojiblancos.
Lisboa, la sede de la final el próximo 24 de mayo, es la meta más inmediata para ambos, con dos estilos similares que proponen una nueva confrontación para resolver una eliminatoria pareja, que probablemente se decidirá por detalles. Sólo habrá un ganador, el que se imponga en un enfrentamiento definitivo en Londres.