Brasil propuso inicialmente 17 sedes “y los convencimos” para que redujeran a 12, indicó Blatter. “En frica fueron 10 estadios en nueve ciudades. Estamos viendo ahora para 2018 y en discusión sobre cual es el número ideal para la organización y para mantener la organización, de cierta manera, transparente y controlable y para que no entremos en una situación en la que algunos estadios no sean usados después del torneo” , siguió.
Una de las principales preocupaciones en Brasil es precisamente el futuro de sus estadios en ciudades donde el fútbol no tiene tanta fuerza –no hay clubes de primera división en Manaos (norte) o Cuiabá (centro-oeste) — y donde la “creatividad” tendrá que ser usada para que no se conviertan en elefantes blancos.
Para Blatter, el futuro de los estadios “no es un problema porque (Rusia es) un país donde se practica fútbol” .
“Pero habrá reuniones en septiembre para verificar con el comité organizador si el número ideal es 12 o si debería ser reducido a 10. Tenemos que garantizar que sea una inversión, no una deuda” , subrayó.
Rusia, que organizó los últimos Juegos Olímpicos de invierno en Sochi, tiene un desafío aún mayor con el Mundial. Moscú anunció una renovación completa de las infraestructuras deportivas, turísticas y de transporte, en regiones hasta ahora poco dotadas, en los cuatro rincones del inmenso territorio ruso.
Los partidos de 2018 se jugarán en Moscú, San Petersburgo, Sochi, Kazán (en la región del Volga) y en Ekaterinburgo (en los Urales) , pero también en otras ciudades menos conocidas en el extranjero: Kaliningrado, Nijni-Novgorod, Samara, Saransk, Rostov y Volgogrado.