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Los Benítez: Tres generaciones de éxito

Tres generaciones de la familia Benítez marcan la historia del futbol de Guatemala. Desde el 28 de diciembre de 1973, cuando llegó Raúl Washington Benítez Toussets, al equipo de Municipal, comienza a escribirse la historia del nucleo uruguayo que ha estado presente en importantes triunfos a nivel nacional e internacional.

La familia Benítez ha marcado un precedente en el futbol nacional. (Foto Prensa Libre: Eduardo Sam Chun)

La familia Benítez ha marcado un precedente en el futbol nacional. (Foto Prensa Libre: Eduardo Sam Chun)

El charrúa Raúl Washington Benítez, llegó al equipo de Municipal, en el que jugó de 1974 al 1976, siendo campeón nacional en varias ocasiones. Entre sus glorias posee cinco campeonatos centroamericanos, uno de la  Concacaf, que para Benítez Toussets, “es el que más le ha costado a Guatemala”.

Luego pasó a jugar con Aurora, en las mejores épocas de ese plantel, logrando el campeonato nacional. Además militó en el  Herediano, de Costa Rica, en el que también campeonizó. Después retornó a Guatemala en 1978, al ser requerido por el  Xelajú MC, pero en el aeropuerto repentinamente cambio su destino.

Fue abordado por un periodista de apellido Ortiz junto a Benedicto Lucas García, quienes le mostraron su interés por contratarlo para el equipo de Cobán Imperial.

“Les comenté que había arreglado con Xelajú, así que platiqué con la directiva del equipo, y me indicaron que no había problema si yo quería estar en Cobán”, comentó.

“Venía para estar un corto tiempo, y ya son 42 años que tengo en Cobán. De hecho, tengo comprado mi nicho en Santa Cruz Verapaz”, menciona. “Porque me quedé en esta ciudad, no solo como futbolista sino por negocios”, recuerda.

Entre los momentos que marcaron su carrera futbolística no duda en decir que fueron los partidos que ganó con Municipal frente al Saprissa en Costa Rica en 1974, cuando logró la Concacaf.

“En esta ocasión, tuve la suerte de anotar el gol del triunfo, parecía llavero de ellos, pero les anoté con la cabeza. Nos dio el título  y se cambió la historia, yo era el que tiraba a los lados, el profesor Rubén Amorín (q.e.p.d.) ese día me mandó a cabecear, como que  hubiera visto el partido antes”, dice.

Raúl Washington confesó que luego de 14 años de jugar con el Cobán Imperial, lo que le apasiona es ser entrenador de jóvenes, y por eso aceptó realizarlo con las ligas menores del equipo de Aurora, durante 20 años, “yo era feliz, eso es lo que me ha gustado, y eso ha incidido en que nos quedemos en Cobán”.

El de la suerte

Desde pequeño, su hijo Fabricio siempre lo acompañó a  los partidos y los compañeros le decían que lo llevara porque les daba suerte.

Define a Fabricio como un jugador nato y recuerda que le  dijo al estratega argentino,  Miguel Ángel Brindisi, que su hijo llegaría a ser entrenador, porque ponía mucha atención, y se cumplió.

“Mi hijo vivía metido en el futbol, pero, también me fue buen estudiante, son cosas que se unen, y allí está el resultado”, indica sobre el éxito obtenido como jugador y técnico, al lograr el ascenso de Cobán Imperial a la Liga Nacional.

Raúl Benítez reconoce que el mundo del futbol ha sido su vida. “Con 66 años sigo siendo futbolista, soy muy observador y me gusta ver a los  jóvenes y sus condiciones, porque hay que sacarles provecho”, explica.

Fabricio se inició en los equipos juveniles de Panzós y Estudiantes, pero el salto a la Liga Nacional lo dio con Xelajú MC, después pasó por los equipos como Municipal, Cobán, Antigua, San Marcos, Marquense y Suchitepéquez.  

Reconoce que su mejor momento futbolístico fue cuando estuvo cinco años consecutivos con Cobán Imperial, al disputar finales, lo que le abrió las puertas a la Selección Nacional. Desde joven tomó la decisión a los 35 años se retiraría, para luego dirigir.

Además formó parte de Selección Nacional con la que disputó dos clasificatorias mundialistas la de Francia 1998 y Japón y Corea 2002.

El uno de diciembre cumplirá un año de dirigir a Cobán Imperia, antes estuvo con las selecciones de Alta Verapaz.

El futbol es su motivación. “En la mayoría de actividades  la pelota está presente, tengo tres hijos  que les fascina el deporte. Con el abuelo y de mi parte ha sido parte fundamental estar pendiente que el futbol sea una religión en la casa”, asegura.

Con esa pasión transmitida, ahora Fabricio observa como sus hijos, André —Sub 20 de Cobán— y Marcelo —Sub 17—, disfrutan del esférico.  “Creo que se trae en la sangre y hay que apoyarlos y tratar siempre de darles lo que a uno le dieron de joven y  tratar que por sí solos se vayan abriendo camino”.

El Chapa tiene muchos sueños por cumplir, quiere ser campeón de la Liga Nacional y que sus hijos destaquen tanto en lo personal como en lo futbolístico.

“Sigo soñando, de joven uno se pone metas, yo me puse muchas. Si Dios lo permite quiero ser campeón en la Liga Nacional con Cobán, tratar de que mis hijos sean buenas personas, que lo reconozcan a uno por el trabajo”, confiesa Fabricio.

La dinastía de los Benítez continuarán luchando por dejar un legado en el futbol nacional, divididos en tres generaciones.

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