Edwin nació en un hogar crema. Junto a su familia aprendió a amar al equipo, por lo que trabajar ahí es cumplir un sueño que tuvo desde niño.
Fue en el año 2000 que inició su relación laboral con Comunicaciones, luego de haber trabajado por más de 10 años con el equipo de Aurora. Víctor Hugo Estrada le dio la oportunidad para ingresar al cuadro blanco.
“Comunicaciones siempre fue muy especial para mí. Como le dije una vez a mi familia, guardaba el anhelo de trabajar con ellos y gracias a Dios pude cumplir uno de mis sueños de niño”, reconoce López.
La jornada de López inicia todo los días a las 5 horas, cuando sale de su casa, en Amatitlán, rumbo al estadio Cementos Progreso o el lugar designado para el entreno. Al llegar al recinto empieza a preparar los implementos deportivos que se utilizarán en el entreno, además de los hidratantes y los uniformes de los jugadores y cuerpo técnico.
“Hasta ahora todo ha salido bien y ya estamos preparados con toda la indumentaria de Comunicaciones para los dos partidos de la gran final”, afirma López.
Además de preparar todo antes de los entrenos y partidos, López conoce muy bien las necesidades y gustos de los jugadores del plantel blanco, y ha sido testigo del esfuerzo que cada uno hace en la cancha.
“Gracias a Dios se nos da la oportunidad de estar en una final más. El grupo ha trabajado bien y esperamos que estos juegos sean una fiesta para la afición, que disfruten de un buen espectáculo de futbol y se pueda celebrar con el título”, resalta.
Sentimiento rojo
Su rutina inicia un día antes, sus pensamientos están enfocados en mantener con un orden minucioso la vestimenta de los jugadores de Municipal y las herramientas que se usarán para los entrenamientos del equipo.
El día laboral para Fredy Armando Morales y Marco Antonio López inicia a las 6 horas, pues desde ese momento ambos arreglan la ropa de entrenamiento y lo que se usará en el campo.
Toño es el encargado de doblar cada uno de los 20 uniformes y que los zapatos estén limpios y en su lugar; mientras, Morales ubica todos lo instrumentos en el terreno de juego.
“Desde niño he sido rojo, por lo que estar aquí para mí es un privilegio porque soy parte del club. Me gusta mucho el trabajo que realizo para esta institución, que me ha dado grandes oportunidades”, reconoció Fredy.
Otra sensación
Lo mismo ocurre en un partido de futbol, pero esta vez la vivencia será más intensa y por esa razón están mentalizados y concentrados junto a los jugadores para que en la final todo esté en orden.
“Uno se acostumbra y conoce las cosas de los futbolistas. Es muy difícil que nos equivoquemos con los zapatos, sus medias y otras vestimentas. Tengo quince años haciendo esto. Me siento feliz”, resaltó López.
Para los dos utileros, vivir las tristezas y alegrías del equipo es una bendición. Gracias a este trabajo los dos conocen varios lugares, algo que nunca se imaginaron experimentar. “Es una alegría poder estar en el banquillo rojo”, refirió Morales.