Se proyecta que en la próxima década, la ganadería y la producción de biocombustibles crezcan a tasas más altas que la producción de cultivos. Esta estructura cambiante de la producción agrícola mundial pide un cambio relativo hacia cereales secundarios y semillas oleaginosas para satisfacer la demanda de alimentos, forrajes y biocombustibles, para alejarse de los cultivos de alimentos básicos, como trigo y arroz.
Según esto, el panorama es halagüeño, las tendencias son buenas y atractivas. La agricultura se plantea como un buen negocio.
En nuestro caso, Guatemala es eminentemente agrícola. Gran porcentaje de su tierra se dedica a este uso y existe un alto interés por esta actividad, por lo que la apreciación de su valor reviste características importantes.
Comparándolo con el suelo urbano, vemos grandes diferencias. El mayor valor del suelo urbano reposa sobre las mejoras o edificaciones que se le hagan, ya sea dentro del predio que pueden ser casas, edificios, bodegas, hoteles, etcétera, o en su entorno. De esta cuenta, observamos más el tipo de construcciones y el vecindario. En el bien rural, las mayores características estarán en la tierra misma, nos detendremos a observar el uso del suelo como parte productiva o extractiva, así como la cercanía a los centros de intercambio de producción, más que en las construcciones que probablemente serán complementarias.
Los predios urbanos satisfacen necesidades sociales de vivienda, comercio, industria, suntuarias y de otro tipo. Los rurales en elementos físicos, químicos y meteorológicos propios del mismo, los que en su mayoría son de fundamental importancia y no se pueden manufacturar, aunque sí modificar, siempre que la tecnología represente una ventaja en el costo-beneficio.
Dependiendo de la vocación del suelo, una de las características importantes del suelo agrícola es la topografía, esto es, la inclinación o pendiente. Hay gran diferencia entre las tierras llamadas de la costa, que son bastante planas, y las del altiplano, que en su mayoría presentan ondulaciones y tienen más montaña. También debemos observar la cantidad y calidad de los nutrientes, niveles de acidez, salinidad, alcalinidad, pedregosidad y pendiente. Luego, de acuerdo al uso para producción mecanizable y explotación agrícola, veremos también la profundidad de la superficie arable, así como el manto freático o aguas subterráneas y desde luego, las superficiales.
Así que si a usted le interesa invertir en este campo, sepa que cuando compre una finca agrícola estará adquiriendo: a) el suelo con todas sus características intrínsecas que hemos mencionado, b) la disponibilidad del agua, tanto en ríos, riachuelos intermitentes, abrevaderos o nacimientos, c) el clima predominante del lugar, ya sea frío, templado o cálido, los promedios de precipitación pluvial o lluvias que se presentan esta región, d) las restricciones legales como usufructos, servidumbres voluntarias o forzadas, e) la ubicación de la finca dentro del sector, f) algún régimen de tenencia de propiedad, g) tecnología disponible en la región, tanto en mano de obra calificada como en tecnología y servicios industriales o de maquinarias, h) la infraestructura dentro de la finca como fuera de ella, que le faciliten el ingreso y egreso, tanto de los insumos como de la salida, y la energía eléctrica a la que tenga acceso o disponibilidad, los medios de comunicación como teléfono o radio. También adquirirá la vegetación original, nativa de este lugar, entre los que pueden estar bosques, pastos, siembras y otros. Pero lo más importante será la habilidad para la comercialización de los productos obtenidos y los accesos a los mercados de intercambio.
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