“Los capítulos del TPP sobre obstáculos técnicos al comercio amenazarán el acceso de los reguladores a las herramientas necesarias para regular efectivamente los casi 85.000 productos químicos en el comercio necesarios para proteger la salud humana y el medioambiente”, prosiguió Cossar-Gilbert.
Las negociaciones para el TTP superaron hoy los últimos obstáculos para crear una zona libre de aranceles que representa alrededor del 40 % del producto interior bruto (PIB) mundial.
Además, subrayó, el acuerdo “es una bomba de tiempo para la política climática, ya que consolida aún más el mecanismo de arbitraje de diferencias Estado-inversor (ISDS, por su sigla en inglés), que permite a las empresas extranjeras demandar a los Gobiernos por proteger el medioambiente”.
El coordinador también avisó de que “muchas políticas gubernamentales necesarias para abordar el calentamiento global serán objeto de demandas presentadas ante tribunales de inversión internacionales sesgados, poco transparentes y antidemocráticos”.
Con todo, Cossar-Gilbert cree que “la lucha no ha terminado”, pues el TPP “todavía se enfrenta a una serie de desafíos antes de ser ratificado en el ámbito nacional, con un Congreso de EE.UU. hostil, elecciones en Canadá (el 19 de octubre), una acción judicial en Japón y la propagación de una amplia oposición en Malasia”.
“Si están preocupados por el cambio climático y los derechos humanos -agregó-, ahora es el momento de hacerse oír sobre este acuerdo destructivo”.
Las negociaciones para el TTP superaron hoy los últimos obstáculos para crear una zona libre de aranceles que representa alrededor del 40 % del producto interior bruto (PIB) mundial.
Los países integrantes del Acuerdo son EE.UU. y Japón -primera y tercera economía mundial, respectivamente-, así como Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.