Algo así le ocurrió a Samu Hällfors y Vesa-Matti Marjamäki cuando trabajaban en una compañía de software. Un día su jefe caminaba por la sala hablando fuerte por teléfono, hasta que Marjamäki le dijo —algo molesto—: “Deberías estar hablando en otro lado”.
BBC NEWS MUNDO
Aislados y sin ruido: el creciente negocio de las “cápsulas de privacidad” para oficinas
Es probable que más de alguna vez hayas estado en tu oficina tratando de concentrarte y algún colega habla y habla y habla por teléfono. Y habla fuerte. Y no puedes trabajar. Y te gustaría que se fuera. Y lejos.
¿Cuál fue la respuesta del jefe? Le construyó una cápsula, una especie de cabina telefónica para que pudiera trabajar. Y eso fue exactamente lo que Hällfors y Marjamäki decidieron hacer: diseñar y vender cabinas de trabajo para los que se cansaron de las distracciones.
Tres meses después renunciaron a su trabajo y crearon la empresa Framery, ubicada en Tampere, Finlandia.
El negocio de Framery es crear mini oficinas o estaciones de trabajo dentro de un espacio abierto —con la forma de cabina telefónica— para las empresas que les quieren dar a sus empleados un lugar más tranquilo donde hacer sus proyectos.
Para algunos puede ser una buena solución y para otros puede ser una jaula claustrofóbica. El tema es encontrar la manera de concentrarse en una época digital que obliga a los empleados a resolver rápidamente varias cosas a la vez.
Una burbuja boutique
“Los espacios de trabajo compartido están aquí para quedarse porque son una forma más eficiente de uso del espacio y el costo de construcción por usuario es menor. Son una alternativa fantástica para el trabajo colaborativo, pero tienen un serio problema de ruido“, dice Timi Lehtonen, representante de Framery, en conversación con BBC Mundo.
Con un precio promedio por cabina de US$9.000, la firma pasó de vender US$1, 5 millones en 2014 a cerca de US$40 millones este año.
Ha desarrollado proyectos en 68 países, incluyendo México, Costa Rica, Brasil, Argentina, Panamá y Chile.
Pero hubo años en que el camino fue duro.
“Al principio la gente no entendía el concepto y las ventas eran lentas. Pero después de perfeccionar el producto, y luego que el ruido en las oficinas abiertas se hiciera más evidente, las ventas repuntaron”.
Entrar a una de las cápsulas es como teletransportarse a la época en que no existían los celulares y había que poner monedas en una cabina telefónica en la calle.
Aunque en este caso los empleados no solo entran para hablar por teléfono, sino que se sientan en una silla con un pequeño escritorio que tiene aislación acústica casi completa para concentrarse en lo que tienen que hacer.
Les tomó cerca de cinco años desarrollar el diseño actual de las cabinas, que incluye modelos individuales y mini salas de reuniones de hasta cuatro personas.
¿Y por qué no ponerse auriculares?
Aunque entre sus clientes hay empresas como Microsoft, Yelp y PwC, otras compañías consideran que es un gasto innecesario instalar cabinas, dado que con un buen par de auriculares y una música que le guste al trabajador, se puede bloquear el sonido externo y olvidarse de los colegas que hablan fuerte por celular.
También hay otro tipo de soluciones en el mercado para resolver el tema de la privacidad.
Por ejemplo, el arquitecto Christian Pottgiesser, diseñó unos domos transparentes que están instalados sobre una mesa de trabajo compartida.
Son fabricados con un material llamado Plexiglass que bloquea el sonido, pero al mismo tiempo, permite ver lo que está ocurriendo alrededor como si fuera una burbuja.
Otro arquitecto, Ralph Meury, creó “WorkPod”, un cuadrado semitransparente con puertas de vidrio que se pueden abrir o cerrar, según el grado de privacidad que el trabajador necesite.
Y, entre varias otras iniciativas, está el caso de la arquitecta Verda Alexander que inventó “Nest”, un nido que es como una especie de cama empotrada en la pared donde las personas encuentran un refugio a la hora de concentrarse.
El riesgo es quedarse dormido. Por eso está pensado para desarrollar tareas específicas, más que para pasarse el día trabajando en el computador desde una cama, algo que en todo caso, no sería una mala idea, al menos por una media jornada.