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“El bullying fue de mal en peor hasta que un día estallé”: el millonario inversionista que tuvo una difícil infancia por su dislexia (y cómo salió adelante)

Detrás de cada historia de éxito suele haber un pasado de sacrificio y momentos difíciles.

La firma de Guy Hands reporta activos valorados en US$6 billones.

La firma de Guy Hands reporta activos valorados en US$6 billones.

El inversionista Guy Hands echa la vista atrás y cuenta su difícil niñez, durante la que fue duramente acosado en la escuela.

Hands, quien padecía una severa dislexia, emigró a Reino Unido desde Zimbabue a los tres años.

Su condición de niño “diferente” lo hizo ser víctima de bullying en la Inglaterra de fines de 1960 y comienzos de 1970.

“Llegó un momento en que perdí el control cuando tenía 9 años. Teníamos una maestra que no era muy buena a la hora de controlar la clase, así que el bullying fue de mal en peor“, recuerda Hands.

“Un día estallé y, no estoy orgulloso de ello, terminé tirando abajo el escritorio de otro niño“.

Por ese episodio, Hands fue traspasado a una escuela especial durante dos años, donde las cosas fueron a peor.

“Pasé cuatro días en un hospital porque un niño, accidental o deliberadamente, trató de ahogarme“, comenta Hands, de 59 años.

City of London skyline
Getty Images
Hands creó su fortuna durante los años 80 y 90 en la ciudad financiera de Londres.

Hoy Hands es uno de los inversores más exitosos en Reino Unido. Es el dueño del fondo de inversión Terra Firma y posee una fortuna estimada de US$335 millones.

Fundó la compañía en 2002 luego de hacerse nombre en importantes firmas como Goldman Sachs.

Hands afirma que sus momentos de desolación en su infancia le impulsaron a hacer algo importante con su vida.

“No es algo poco común, emigrar a un país y sentir ese sentimiento de no pertenencia combinado con la presión de que tienes algo que demostrar. Encima de eso, le añades una extrema dislexia, así que solo te queda ahogarte o nadar. Yo elegí nadar“, asegura el inversor.

Guy Hands
Guy Hands
Hands contribuyó a introducir más diversidad en el mercado laboral de la City.

Tras la escuela especial, las cosas mejoraron para Hands cuando a los 11 años empezó a estudiar en una selectiva escuela secundaria Kent, al sureste de Londres.

A pesar de sus dificultades para leer por la dislexia, sus notas en economía y física fueron excelentes. Lo que le dio la autoestima para postularse para entrar al colegio universitario de Mansfield, perteneciente a la Universidad de Oxford.

“Vete a casa, ya te contactaremos con nuestra decisión”.

La respuesta de Oxford hizo pensar a Hands que no habría suerte.

“Así fue como tuve que acampar fuera de la universidad”, recuerda Hands,

Mansfield College, Oxford
Greg Smolonski
Hands se negó a abandonar Mansfield hasta conseguir una entrevista.

Fue entonces cuando despertó la caridad de un miembro de Mansfield que terminó consiguiéndole una cita para realizar una entrevista días después. Fue finalmente aceptado.

En Oxford, Hands alternó sus estudios con sus primeros negocios. En específico, una compañía de arte que empleaba alumnos de varias universidades británicas para vender pinturas a domicilio.

Llegó a tener 65 empleados y suficientes ingresos como para comprar su primera casa.

Sin embargo, un mal negocio al intentar comprar una tienda en Oxford le dejó con una deuda de US$50.000 que le obligó a pedir consejo financiero.

Cuando le recomendaron declararse en bancarrota para así evitar pagar la deuda por el resto de su vida, tomó el caminó opuesto y pensó: “¿Qué compañía paga más dinero? Goldman Sachs”, y allí fue.

En 1982 y con 23 años de edad, se convirtió en operador financiero en las oficinas de Goldman Sachs en la City de Londres.

Rápidamente hizo fortuna, tenía un innato olfato para las buenas inversiones y a la hora de contratar personal, se rodeó de un grupo multicultural de intelectuales formado por un indio, un pakistaní, un afroestadounidense y una mujer, alejándose del típico trabajador blanco y bebedor de la City en aquellos años.

Tras 12 años en Goldman, dio el salto al grupo financiero Nomura en 1994 y después fundó su Terra Firma en 2002.

EMI logos
Getty Images
Terra Firma tuvo que ceder EMI a Citigroup. EMI pertenece ahora a Warner Bros Music.

El éxito continuó hasta agosto de 2007, cuando compró la productora musical EMI por US$3 billones.

No era el momento adecuado.

La explosión de la crisis financiera en 2008 coincidió con la caída del sector musical, en el que los hábitos de consumo sustituyeron las descargas de música en internet por la compra de soportes físicos.

Pronto, a Terra Firma le fue imposible hacer frente a los préstamos obtenidos para la compra y tuvo que ceder EMI al banco estadounidense Citigroup, el principal prestamista. Hands perdió casi US$200 millones.

Hands intentó sin éxito demandar dos veces a Citigroup, acusando a sus banqueros de aconsejarle mal al dar el visto bueno a una operación destinada al fracaso.

“Cometí un error al confiarme demasiado ante todos aquellos que me hicieron creer cuan exitosos éramos en Terra Firma. Fue una operación pobremente manejada. Era mi mejor cualidad y metí la pata“, reconoce Hands.

Edificio Citigroup en Londres
Getty Images
Guy Hands intentó demandar dos veces sin éxito a Citigroup.

Hoy Terra Firma maneja activos valorados en casi US$6 billones incluyendo las operaciones de McDonald’s en los países nórdicos, firmas de energía renovables, inmobiliarias y compañías de aviación.

En su tiempo libre, Hands realiza labores caritativas donando fondos a organizaciones que combaten la exclusión social, prisiones y alcoholismo.

“El hecho de que Guy hable sobre su dislexia ha sido vital para demostrar que es mucho más que una dificultad para leer o escribir. Esperamos que más líderes continúen sus pasos”, afirma Helen Boden, jefa ejecutiva de la Asociación Británica de Dislexia.

Guy Hands no guarda rencor a los niños que le acosaron.

“Lidiaban con alguien a quien no comprendían y al que probablemente consideraban una amenaza, no física, pero sí mental. No les puedo culpar, ellos hicieron lo que hicieron y era de mí quien dependía cómo reaccionar“, concluye Hands.

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