Economía

CABI: Guatemala mantendrá una economía robusta en 2023, a pesar de un contexto difícil a nivel interno y externo

Los principales impactos negativos que puedan presentarse en el país se originarían en la crisis internacional, aunque el año electoral también puede ser un desafío, afirma CABI.

De acuerdo con las estimaciones del economista del CA-BI, la economía de Guatemala se mantendrá robusta y con un crecimiento de entre el 3% y 3.5%. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL).

De acuerdo con las estimaciones del economista del CA-BI, la economía de Guatemala se mantendrá robusta y con un crecimiento de entre el 3% y 3.5%. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL).

El investigador Ricardo Rodríguez, de la firma consultora Central American Business Intelligence (CABI) brindó un análisis sobre las expectativas económicas para el país, en el que destaca el comportamiento sólido en medio de un panorama externo complicado en varios frentes.

Su pronóstico es que la economía tendrá una tasa de crecimiento del 3% al 3.5% porque hay variables que están jugando a favor, según la conversación con Prensa Libre.

¿Cómo hay que ver el 2023?

Yo lo interpreto como internacionalmente complicado; debemos comprender que las principales economías, pero en especial las que nos afectan como Europa y Estados Unidos. Está casi garantizado que el Viejo Continente entrará a un ciclo de recesión.

¿La razón de esas probabilidades?

Europa entrará en una crisis por los productos energéticos y será un golpe muy fuerte. Para Estados Unidos todavía tengo mis reservas y tal vez no entrará en recesión, pero sí en una desaceleración económica muy fuerte.

Si llega a una recesión, sería muy corta, aunque habrá una desaceleración fuerte, con un crecimiento económico cercano al 1%, que es muy bajo, a pesar de ser positivo. En 2021 creció 5.1%, para pasar a alrededor del 2% (en 2022) y luego al 1%, por lo que estamos hablando de un freno muy fuerte para la economía.

Para Guatemala, que depende en gran medida de remesas familiares, mientras que ese país compra un tercio de las exportaciones, tener esa senda de contracción es muy importante.

¿Por qué hay que prestarle atención a esa coyuntura internacional?

Porque el escenario es complicado. En Guatemala tendríamos una desaceleración, pues con lo que han dicho el banco central y otros organismos financieros, que el crecimiento estaría cercano a 3.5%, se trata de una desaceleración, aunque sería más sólido de lo que se observará en otros países.

¿Y los efectos?

El impacto no será tan drástico, como en otros socios comerciales. Lo que ya se empieza a percibir es un efecto en el poder adquisitivo y en las expectativas del consumidor, porque es evidente que la inflación se disparó.

En Estados Unidos, desde julio se observó la tendencia a la baja en el nivel general de precios, pero en Guatemala ocurrió lo contrario y probablemente en diciembre cerró en alrededor de 10%.

Posiblemente, en enero se empiece a descender, como se ha visto en otros países, pero es un proceso lento, así que la presión inflacionaria sigue siendo una realidad.

¿En cuanto a las tasas de interés?

Ese es otro indicador en el que no hemos observado movimientos fuertes y en el mercado se mantienen estableces, a pesar de que la Junta Monetaria ya subió la tasa líder. Pero ¿por qué ese retraso y esa respuesta no tan inmediata con la tasa líder? Porque Guatemala tiene una baja profundización financiera y se pueden mover las tasas de referencia, pero los bancos tienen un mercado limitado. Todavía no se han movido mucho, pero si es de esperarse que eso suceda pronto.

¿Qué otros factores se conjugan?

A este panorama hay que incluirle el ámbito internacional, pues tal vez la inflación está descendiendo pero que sigue fuerte y el aumento de tasas sí tendrá un impacto en la economía nacional. Pero observamos una economía que no sufrirá una desaceleración, como si ocurría en otros países.

Por eso mantenemos una perspectiva de crecimiento del 3%, que dentro de todo no es malo, pero se quisiera que fuese mucho más alto. Sería ideal mantener el 8% del 2021, pero bajo las condiciones actuales, es casi seguro que no será posible.

¿Con qué animo hay que ver la economía?

No estoy viendo pesimismo, pero tampoco quiero que se interprete como sobreoptimismo, porque hay factores que llevan a pensar que habrá un comportamiento moderado de la economía, y hay que sumarle que es un año electoral, que siempre trae algún tipo de inestabilidad. En ese sentido, no lo veo pesimista ni tampoco optimista, sino neutro.

 

A su juicio, ¿qué indicadores preocupan y cuáles resaltan para este año?

Principalmente la inflación y de eso dependerá todo porque es un golpe al poder adquisitivo de los guatemaltecos, principalmente en un país que depende del consumo y no de la inversión o del ahorro. Si los precios están más altos, no se podrá mantener el ritmo de consumo.

Otro indicador es el ingreso de remesas familiares y no vemos una caída, pero luego de un crecimiento del 20% regresar a un escenario de 8% es una desaceleración en ese flujo que mantiene el consumo de más de dos millones de familias, con casi cuatro millones de personas. Dependiendo de como responda ese indicador, así se mantendrá el consumo.

En cuanto a la inversión extranjera, hay que entender que no se está hablando de nuevas inversiones, sino que las compañías extranjeras instaladas en el país están reinvirtiendo. Hay interés por realizar nuevas inversiones, pero se necesita certeza jurídica, infraestructura y capacidades del capital humano, que son temas en los que como país, aún estamos rezagados.

Es evidente que las empresas internacionales están volteando a ver a Latinoamérica y dentro ellos, Guatemala destaca; en la medida en que eso siga siendo así, será positivo.

El crédito bancario está creciendo muy fuerte; hay un dinamismo y confianza de la actividad económica a largo plazo, pero lo que pase en este año, puede ser complicado y si la inversión o el crédito se contrae, esas expectativas empiezan a cambiar.

¿Qué factores estarían asociados a esa perspectiva?

Son varios temas. Recordemos que es año electoral y eso genera ciertos temores, que en el ámbito internacional influyen; y las condiciones se están observando complicadas.

Si hubiésemos tenido esta conversación el año pasado, no habríamos visto el conflicto entre Rusia y Ucrania con sus repercusiones sobre los precios de muchas materias primas. Si algo internacional o local por las elecciones influye, ya es una alerta que podría modificar las expectativas que ahora se mantienen.

¿Cuál es su lectura sobre los precios del petróleo y sus derivados?

De momento se espera que el precio vaya a la baja, pero muy lento. Hay nuevos disparos de Covid-19 sobre todo en China y eso puede influir, pero creemos que habrá una estabilidad. No vemos alzas fuertes, pero tampoco podemos esperar que se regrese a precios de US$70 el barril en 2022.

¿Y su mensaje para los agentes económicos?

Ver el panorama con tranquilidad, porque tenemos un 2023 que si se ve peor que 2021 y 2022, es principalmente por el ámbito externo, y si nos comparamos con el resto de la región, Guatemala esta más robusta y no hay que sobrerreaccionar con cosas en el mundo sobre las que no se tiene control.

Luego del 2023, el panorama puede mejorar un poco más, así que se debe tener paciencia y esperar a que el embate pase, porque la economía nacional está más fuerte.