Los salarios diferenciados se usan en muchos países como punto de partida para provocar inversión que no llegaría a lugares por las malas condiciones de infraestructura, recurso humano sin capacitación, energía inestable y otras deficiencias que vuelven cara la operación productiva industrial y por lo tanto inviable la llegada de empresas.
Por otro lado, salones repletos de personas en las ferias del empleo, miles de personas llegan con la esperanza de lograr las plazas, pero que solo un pequeño grupo logra alguna una de ellas.
Llama la atención la desesperada campaña de la industria del vestuario y textiles que en vallas, afiches, radio y televisión, trata de llamar a la conciencia del sector político, tratando de mostrar con el color del luto, la anticipada muerte de miles y miles de sus empleos porque necesitan una ley, no importa cómo la hagan, pero una ley que les permita continuar con las condiciones en las que han trabajado en el país por muchos años. Esa campaña muestra que no desean irse de Guatemala, pero que se verán forzados a ello, si no se les resuelve la situación de los incentivos que les permiten competir en un mundo donde ellos no fijan las reglas sino que son establecidas por un mercado internacional donde los participantes juegan a los precios bajos.
Desafortunadamente Guatemala se ha encarecido por muchas razones que he repetido en esta columna, altos costos de transporte, bloqueos de caminos, costos en fronteras y aduanas, alzas constantes en el costo de la mano de obra por un descabellado sistema que no se basa en la productividad.
Explico en un simple ejemplo qué quiere decir un sistema basado en productividad. Si en una industria los que se distraen, toman más cafecitos y platican, ganan igual que los que se concentran en su trabajo, la productividad baja, pues el que se esfuerza no tiene ninguna motivación en seguir haciéndolo y empieza a actuar como los demás. Por ello cuando el salario sube y sube por ley sin tener que ver con la dedicación y el compromiso a trabajar mejor, llega un momento en que todos rinden menos y la empresa es obligada a desaparecer.
Pensemos por un momento cuántos muchachos cumplieron 18 años el año pasado, cuántos en el 2013 y cuántos van a hacerlo en el 2015, solo en 3 años son 600.000 personas buscando un empleo.
Algunos de estos jóvenes tiene la fortuna de ser sostenidos por sus padres, pero eso es un porcentaje mínimo. La campaña “MI VOTO POR EMPLEO” es un llamado a todos los desempleados a pasar la cuenta en las próximas elecciones, si los distintos colores no dan una demostración antes de que llegue la fecha de votar de que al menos están cuidando los empleos que ya están y haciendo algo para mejorar las condiciones que ofrece Guatemala para que surjan más empresas y más empleos. La factura puede ser muy cara.
fanny.estrada@agexport.org.gt