El rol de las comunidades indígenas en los bosques protegidos y la importancia de las reformas del Gobierno en cuestiones de tenencia de la tierra están por fin siendo entendidas y dirigidas, dice Polman. Desde el 2005, el índice de deforestación de Brasil ha disminuido un 70 por ciento debajo del promedio histórico, a la par de la producción de alimentos que ha aumentado cerca de la mitad. La combinación de políticas públicas y compromisos del sector privado ha mantenido 3.5 mil millones de toneladas de dióxido de carbono fuera de la atmósfera, convirtiendo a Brasil en un líder mundial en la mitigación del cambio climático.
Los vecinos latinoamericanos de Brasil, México, El Salvador y Guatemala han logrado también un buen progreso, al ser pioneros en el pago por servicios de los ecosistemas y restauración forestal. En la edición de ayer, Prensa Libre publicó que organizaciones guatemaltecas esperan lograr la venta de bonos de dióxido de carbono (CO2) por US$33 millones, gracias a los miles de árboles de la Reserva de la Biosfera Maya, en el norte del Petén.
Esto gracias a que empresas en países desarrollados, como Estados Unidos, Alemania y otros de Europa, generan emisiones de gases de tipo invernadero, mientras que los países en vías de desarrollo con abundancia de bosques son generadores de oxígeno, por lo tanto, entre ambos se hacen acuerdos para equiparar el número de emisiones de carbono a cambio de oxígeno.El liderazgo de Brasil viene al final de un año que ha visto cambios sin precedentes de paradigma en compromisos corporativos para acabar con la deforestación. Un 96% de bosques de aceite de palma está ahora cubierto por compromisos de no deforestación.
El progreso en Indonesia ha sido recientemente impulsado a través del anuncio del presidente Widodo de un alto a la deforestación y destrucción de las tierras y en Brasil con la extensión de la moratoria de la soja hasta mayo del 2016, asegurando que la deforestación causada por la soja no se incremente mientras el nuevo código forestal sea implementado.
En las negociaciones de las Naciones Unidas, bajo el eslogan “Desafío Lima”, 13 países con zonas forestales de alrededor del mundo, incluyendo Colombia, Perú y Liberia, se comprometieron a poner en marcha planes para la reducción de emisiones mediante el cuidado de los bosques, enfocándose en lo que pueden alcanzar bajo sus propios medios, además de lo que puedan lograr con el soporte de la comunidad internacional y las sociedades. Los objetivos son ambiciosos, aunque todavía cortos, pero se espera que se extiendan a los países con economías desarrolladas que tienen bosques donde establezcan prácticas necesarias para alcanzar bajas emisiones de carbono.
La energía y el entusiasmo de quienes toman las decisiones de adoptar escenarios de acercamiento —tratando las zonas forestales y la agricultura como parte de un todo mayor— está rompiendo mitos y mostrando que el cambio climático está dentro de nuestro alcance.Cincuenta años después de la frase de Gandhi, nos enfrentamos a una elección sobre nuestro futuro y el de los bosques que nos sostienen. Sabemos cuál es la elección que debemos tomar, concluye Polman.
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