La relación gas-Ucrania-Rusia y la UE suele estar llena de altibajos y desacuerdos. La década pasada, hubo un fuerte conflicto entre Rusia y Ucrania, porque Rusia subió el precio del gas que les vendía a los ucranianos, luego de que comenzaron a acercarse a la Unión Europea. Hay que recordar que Ucrania fue parte de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y por esa antigua relación, Rusia les daba precio más barato en el gas. Sin embargo, Rusia les pidió que le pagasen a precio de mercado, cosa que a Ucrania obviamente no le gustó.
El pleito fue tal, que Rusia le cerró la llave en pleno invierno de los gasoductos a Ucrania y como parte de ese gas iba para la UE, hubo europeos que pasaron bastante frío unos días en sus casas, ya que no había calefacción. Luego de pleitos, presiones y la intervención de la UE, encontraron un nuevo precio intermedio. Pero el asunto “gasoducto ucraniano” esta latente en las relaciones de Ucrania con la UE y con Rusia. Precisamente, en Ucrania, que llevaba tiempo con problemas económicos, estallaron las manifestaciones en noviembre, cuando el entonces presidente de Ucrania dijo que mejor no firmaba un acuerdo con la UE, que llevaban negociando tres años —creo que no quiso enfrentarse con los rusos—. Ucrania también es un país con dos grandes corrientes —los de origen ruso-proRusia y los de origen ucraniano–proEuropa—.
Reflexionaba sobre el gas y el rápido apoyo de la UE al parlamento ucraniano para destituir al presidente, muy distinto a sus “aullidos” en defensa de Zelaya —Honduras— cuando fue destituido en el 2009 en estas latitudes. Al mismo tiempo, en estos días los burócratas de la UE han guardado silencio sobre las manifestaciones antigobierno en Venezuela.
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