El especialista habla de una posible desaceleración económica global y su criterio, es difícil que en Guatemala se presente una recesión, dado el historial de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, ello dependerá mucho de la normalización de la situación política, tras el relevo constitucional de autoridades en el Ejecutivo. Esta es parte de la conversación con Prensa Libre.
En su análisis, ¿cómo cierra 2023?
En el aspecto internacional estamos entrando a una fase final del año con ciertas debilidades económicas, sobre todo en Europa, que ya tiene a varios países en desaceleración o recesión, como en Alemania, Holanda, Austria y España.
En este lado del mundo, Estados Unidos está mostrando desaceleración después de un tercer trimestre bueno, pues los indicadores de la Bolsa están muy bien, pero cuando se ven los números reales, la situación está más pesimista que la Bolsa.
Entonces, si hay una desaceleración que ya se está percibiendo en los países que dependen económicamente de EE. UU., como es el Triángulo Norte de Centroamérica, y esa debilidad también está entrando a Guatemala, de alguna manera, aunque ya se venía sintiendo desde varios meses atrás.
¿Por qué?
Las compras de los consumidores de Estados Unidos están bajando: o sea que ni siquiera se contraen, sino que muestran caídas, como se observa con las exportaciones de vestuario, que han disminuido de manera significativa desde hace seis o siete meses, por lo que será un año muy malo para esa industria.
Otro tema es que los clientes estadounidenses de otros productos están comprando menos a Guatemala, por lo que entraron en una desaceleración, por lo que el cuarto trimestre del 2023 será el peor del año. Eso, sin contar los perjuicios de los bloqueos de rutas de octubre.
¿Cuál esa vinculación de esos bloqueos y un primer año de gobierno?
Si a eso se agrega los temas de los bloqueos y las protestas de octubre, que es el primer mes del último trimestre, evidentemente vamos a tener un periodo mucho más lento en materia productiva, y aunado a la desaceleración que sigue en el mundo, vamos a ingresar a un primer trimestre del 2024 mucho más lento de lo que se venía observando en los últimos tres años.
Diría que será un primer trimestre lento -2024- por el efecto de los bloqueos, que no ha finalizado, sino que fue un “trabón” de la economía en materia de flujo de caja y se detuvieron algunas decisiones de inversión.
A eso habrá que sumar los problemas del primer año del gobierno del presidente Bernardo Arévalo, pues tradicionalmente, los primeros ejercicios son lentos debido a que entran nuevas personas al Ejecutivo y aunque sepan cómo ejecutar -presupuesto- hay más retardo de lo normal.
Esa posible lentitud para primer trimestre, ¿debe verse de forma optimista o pesimista?
Es un ciclo a la baja a escala mundial y entonces es lo que es; yo no voy a ponerle adjetivo. Creo que debemos rescatar que salimos de la posibilidad de una recesión y la descartamos por completo en Guatemala. Esto, porque la economía es muy resiliente gracias a la economía privada, las personas, las familias y las empresas, que siguen trabajando e invirtiendo. No es por el cambio de Gobierno.
Entonces, a pesar de una desaceleración, en el 2024 habrá crecimiento económico, oportunidades de negocios y la estabilidad de variables como el tipo de cambio y la tasa de interés, a pesar de la incertidumbre política y un cambio de autoridades.
Entonces, ¿cómo hay que ver el 2024?
La palabra es cautela, por todos los elementos internacionales y locales que se esperan.
¿En cuanto a la inflación, que hace un año estaba en alrededor del 9.24%?
Ya está en el rango de aceptación del Banco de Guatemala de 4% más/menos 1% y creo que ahí nos vamos a quedar el próximo año, pues ya no hay tantas fuerzas internacionales, viene aumento de salarios mínimos, reajustes de precios en servicios internos y eso va a dar tracción a los precios, pero ya no la vemos por encima del 5%.
¿Cómo apuntan el crecimiento del PIB?
Todavía no hemos revisado, pero teníamos un 3.6%. Creo que si la vamos a bajar y consideramos que estará entre 2.8% y 3.2% en el 2024, que es aceptable, después de todo lo que hemos conversado.
¿Qué tal ven en el tema de negocios y el clima de inversión?
En este momento hay un freno a la inversión; es normal que cuando hay cambio de gobierno los inversionistas esperan, y eso no es solo con este nuevo gobierno, sino que es con todos. Siempre que hay un cambio, la gente dice “esperemos a ver cómo viene el nuevo gobierno” y Guatemala no es la excepción.
Entonces, habrá un compás de espera porque los inversionistas quieren verificar que no existan cambios en las reglas de juego y con ello me refiero a que no haya reformas tributarias, modificaciones regulatorias. O sea, que se mantengan las tasas impositivas, los mismos reglamentos y normativas y todo lo necesario para hacer negocios.
Esto no significa que haya desconfianza en la economía…
El país tiene sus dos grandes cartulinas de oportunidad: La primera es su macroeconomía, que es una de las mejores por su estabilidad; y está el proceso de urbanización. Considero que no se van a alterar por el nuevo presidente y su equipo, por lo tanto, esas dos columnas permanecen.
¿Cuál es la principal recomendación para los agentes económicos?
La primera es saber conjugar los ciclos a la baja y al alza, ya no se mueven en una línea recta. Estamos esperando una desaceleración, pero es el momento de levantar la cabeza y ver las premisas a largo plazo en los negocios y tendencias, porque si son las correctas, son positivas para Guatemala.
Una vez “se calmen las aguas”, hay que volver a enfocarnos en todo lo que está ofreciendo el país en materia de oportunidades de negocios. Por supuesto que, si esto viene acompañado de un plan de inversión pública, estabilidad, menos corrupción, la economía puede acelerarse más.
Entonces, no es un escenario pesimista
No. Debido a toda la incertidumbre política, no habido un debate económico, los agentes no están recibiendo un plan ni una programación económica del gobernante y su equipo, porque están involucrados en la incertidumbre Además las redes sociales no ayudan.
El pesimismo y el optimismo van a depender de la actividad económica en que se encuentra cada uno y hay sectores que son más riesgosos que otros.