Actualmente, Cuba produce menos de la mitad del petróleo que necesita y el resto debe salir a buscarlo al mercado internacional. En los últimos años Venezuela se convirtió en su proveedor de excelencia mediante la venta con créditos blandos y el pago compensado por el envío de miles de cooperantes médicos para los programas sociales del país sudamericano.
Una parte importante de la generación alternativa se logrará invirtiendo en la infraestructura de las grandes plantas térmicas que por su baja eficiencia “inciden directamente en el costo del kWh generado, lo que afecta la competitividad de las producciones y servicios de la economía nacional” , explicó el director de energía renovable del Ministerio de Energía y Minas, Rosell Guerra Campaña.
La apuesta cubana está en el potencial de la biomasa a partir del bagazo de la caña y forestal –que puede ser acumulado — , el viento, el sol y el aprovechamiento de aguas y presas. El funcionario indicó que esperan construirse 19 bioléctricas en centrales azucareros que vendrán a sumarse a los cuatro parques eólicos existentes y a los ocho fotovoltaicos, de los cuales se construirán siete más en este año.
También se estudia el aprovechamiento de techos de almacenes, frigoríficos y talleres para recoger energía solar. En cuanto a la hidroenergía –Cuba tiene un potencial menor por sus ríos poco caudalosos — hay actualmente unas 163 pequeñas instalaciones y benefician a unas 8,400 viviendas rurales y en cuanto a las fuentes biogás, que aprovechan los residuos de las granjas porcinas y otras, estas podrían ampliarse de manera útil sobre todo para la cocción de alimentos, explicó Guerra.
Guerra explicó que parte de la política es también la colocación de unas 100,000 calentadores solares en fábricas, hoteles y hospitales, así como la venta en la red comercial minorista de estos, así como paneles solares. Con estas acciones y otras, Cuba se propone llegar a un 24% de energía eléctrica a partir de las fuentes renovables para 2030.