Economía

65 años informando y formando

El sábado pasado, Prensa Libre cumplió su 65 aniversario, una cantidad respetable de experiencia si consideramos, por ejemplo, a un equipo de trabajo que lleva esa edad cumpliendo y perfeccionando un arte u oficio. 

Durante esos años, el matutino ha venido madurando y fortaleciéndose en circunstancias muy diferentes, en su mayoría ambientes adversos a la libertad de expresión, duramente violentos incluso, algo que ha servido para crecer o como planta que es cubierta por la nieve, profundizar sus raíces.

En mi caso, para alguien que lleva menos de un año colaborando semanalmente con temas generalmente técnicos y no pocas veces jurídicos: aduanas, modernización gubernamental, transparencia y rendición de cuentas, celebrar este aniversario me inclina a desviarme de esta temática y concentrar esta columna en aspectos éticos del periodismo.

Aunque la ética no es labor de expertos, su operatividad en el desarrollo de la labor periodística o en disciplinas específicas exige estudio y formación de criterios claros, códigos de conducta y autorregulación.

El año pasado, muchas circunstancias políticas, sociales y digamos tecnológicas permitieron concentrar una buena cantidad de descontento acumulado durante mucho tiempo en movimientos ciudadanos que desembocaron en una revolución pacífica. Muchos medios de prensa ayudaron y encauzaron toda esta fuerza política y la mantuvieron viva en períodos que suponíamos se enfriarían los ánimos y que todo seguiría igual.

Si bien es cierto el resultado inmediato es positivo, es innegable que el proceso de alguna manera se ha concentrado en acentuar, incluso caricaturizar, los aspectos negativos de las personas e instituciones, que hasta la fecha son objeto de investigaciones y que no han sido vencidas en juicio.

Por ejemplo, el solo hecho de ser empleado de la SAT se convirtió en un desprestigio que afecta la moral de muchas personas y sus familias, algo claramente injusto, ya que las generalizaciones normalmente son equivocadas. La proliferación de memes y comentarios en las redes sociales, enjuiciando y condenando a la hoguera del twitter y del Facebook, no debe extrañar, pero la función de los medios de prensa debe ser muy diferente; es natural esperar que la ecuanimidad y prudencia de un experimentado de 65 años sea ejemplar.

Seguramente, una parte fundamental del deber del periodista es informar, pero los medios de prensa no se pueden abstraer del deber de formar. Ya S.S. Juan Pablo II lo exponía de manera clara a los periodistas: “No se puede escribir o transmitir solo en función del índice de audiencia, en detrimento de servicios verdaderamente formativos. No solo pienso en la verdad de los hechos que referís, sino también en la “verdad del hombre”, en la dignidad de la persona humana en todas sus dimensiones”.

Por otro lado, la dinámica judicial de La Línea, Cooptación, etc, que parece imparable —tiene actores claramente técnicos en lo penal, con procesos que deben ser inmunes al linchamiento mediático—. El resto de la población somos testigos, pero poco podemos agregar al proceso en sí mismo. Donde sí podemos aportar todos, colegios profesionales, tanques de pensamiento, universidades, especialistas, informáticos y medios de prensa, es proponiendo, positivamente, medidas concretas para evitar que se repitan los actos de corrupción o al menos hacer esto mucho más difícil de esconder.

Es muy difícil encontrar propuestas específicas en el ámbito de automatización de procesos, simplificación de trámites, acompañamiento y sugerencias en mecanismos y metas para la rendición de cuentas. Haga la prueba de buscar SAT en noticias de Google y verá el resultado.

La creación, diseño, construcción y mantenimiento de cualquier cosa es mucho más difícil, arriesgada y trabajosa que dejar caer un mazo para destruir y criticar, una labor que no requiere ni 65 segundos de experiencia.

La Permanencia en los Principios de Prensa Libre y 4.6 millones de visitas diarias son una clara oportunidad para informar en la verdad y también para proponer y construir un mejor país.

ESCRITO POR: