Consecuencia de su incapacidad para ponerse de acuerdo durante semanas sobre los ingresos y los gastos, el Senado controlado por los demócratas aliados del presidente Barack Obama y la Cámara de Representantes dominada por los republicanos deben sesionar el lunes, el día de la víspera de Año Nuevo, por primera vez en más de 40 años.
Durante el fin de semana continuaron las negociaciones entre los líderes del Senado, el demócrata Harry Reid y el republicano Mitch McConnell, encargados por sus respectivos bandos de tratar de llegar a un acuerdo aceptable no sólo para su grupo sino también para la Cámara.
Todo un deasafío, visto el abismo ideológico que los separa. Obama cree que los votantes, mediante su reelección en noviembre para un segundo mandato de cuatro años, le dieron luz verde para aumentar la presión fiscal sobre los más ricos, una de sus propuestas durante la campaña.
Según la propuesta original de los demócratas, deberían aumentar los impuestos a las familias que ganan más de US$250 mil anuales. Sin embargo, según la prensa estadounidense del lunes, los demócratas aceptaron subir de US$250 mil a US$450 mil anuales el monto sobre el cual las tasas impositivas deberían incrementarse, una concesión que, no obstante, no resolvió los desacuerdos.
Los republicanos, que se niegan por principio a cualquier alza de impuestos, quieren en cambio atacar los presupuestos sociales, protegidos por los demócratas, para reducir el déficit.
“Todavía hay una brecha importante entre ambas partes. Las negociaciones continúan. Todavía tenemos tiempo de lograr un acuerdo y tenemos la intención de seguir negociando”, dijo la noche del domingo el demócrata Reid en al tribuna del Senado antes de suspender el debate.
Este se reabrirá el lunes, 13 horas antes de llegar al “precipicio fiscal”. Un tiempo muy corto dada la complejidad de la máquina parlamentaria; si Reid y McConnell, finalmente, llegaran a un acuerdo, tendría que ser aún ratificado por las dos cámaras en términos idénticos antes de su promulgación por el presidente Obama.
Sin embargo, este escenario parece aún hipotético. El domingo, McConnell dejó clara constancia del desencuentro en las discusiones y dijo haber contactado al vicepresidente Joe Biden, un exsenador veterano con quien tiene buenas relaciones, en un intento por romper el estancamiento.
La Casa Blanca permaneció en silencio el domingo respecto a las negociaciones, después de que Obama pareció echar leña al fuego al acusar a sus oponentes de ser los culpables de la crisis, lo que enfureció al presidente republicano de la cámara, John Boehner.
En el epicentro del bloqueo se encuentran las exenciones fiscales heredadas de la presidencia del republicano George W. Bush, que expiran el lunes por la noche, en el mismo momento que, según lo previsto, se iniciarían drásticos recortes en el gasto público, fruto de un acuerdo de reducción del déficit aprobado por el Congreso en 2011.
En caso de fracaso, Obama obtendría su buscado aumento de las contribuciones a los más ricos. Y los republicanos sólo tendrían que votar a partir del martes nuevos recortes para la clase media, sin traicionar su promesa de no subir los impuestos.
La dificultad en el ínterin consistirá en no asustar a los mercados, ya alarmados en los últimos días por la crisis en Washington.
En Asia, la Bolsa de Tokio estaba cerrada el lunes, pero la de Hong Kong terminó en equilibrio, tras la publicación de buenos indicadores en China.
En Europa, la bolsa de Londres cerró en baja (-0.47%), mientras que la de París finalizó en alza (+0.58%) en la última media sesión del año.
Pese a que la tensión amenazaba con ser fuerte en la Bolsa de Nueva York, Wall Street abrió su última sesión de 2012 con apenas una ligera baja: el Dow Jones perdía 0.41% y el Nasdaq 0.17%.