Entre los perjuicios principales, se identifican al menos cinco:
- Disminución de la producción por hectárea: el 42% de consultados cree que podría ser de 10% a 25%; el 31% estima una reducción de 30% a 50%; y el 8%, entre 60% y 90%.
- Reducción de la productividad por hectárea: el 26% cree que será de 10% a 15%; el 18%, que disminuirá entre 20% y 25%; el 14% cree que bajará en 30%; y el 16% considera que se reducirá 50%.
- Incremento de costos por hectárea: el 38% de productores estima un alza de 10% a 20%; el 17% cree que será de 25% a 35%; el 21% estima un aumento de 40% a 50%.
- Menos ingresos por hectárea: el 32% estima una baja de 10% a 25%; el 23% prevé que la reducción será de 30% a 40%; y el 22% calcula una disminución de 50%.
- Impacto en el empleo: Se refiere al número de trabajadores que dejaran de ser contratados y el 34% respondió que dejarán de contratar entre 5 y 10 trabajadores; el 21%, entre 20 y 30; y el 10%, entre 40 y 50 trabajadores. Sin embargo, en este tema el 22% indicó que no habrá efectos.
Los productores son de diversas áreas de 15 departamentos como Huehuetenango, Alta Verapaz, Petén, Santa Rosa, Chimaltenango, Escuintla, Sacatepéquez, Jutiapa, Suchitepéquez, Izabal, Zacapa, Baja Verapaz, El Progreso, Chiquimula y San Marcos, se agregó.
Alex Guerra, director general del ICC, expuso que el evento climático mencionado afecta a Guatemala y al resto de Centroamérica con una fuerte disminución de lluvia, aunque eso tampoco quiere decir que no llueva durante toda la temporada de invierno, pues los frentes fríos ayudan a que haya precipitaciones. El fenómeno empezó en junio, pero ya se veía una disminución drástica de las lluvias desde abril e incluso, ese mes fue el más seco que se ha visto en muchos años, añadió.
Por ejemplo, en Alta Verapaz casi no llovió en mayo y junio, mientras que en el altiplano, el invierno ha sido muy escaso, lo que también ha afectado los planes de reforestación en el altiplano, pues aún no se han sembrado los arbolitos porque requieren mucha agua.
“Este año se prevé que la canícula se registre en agosto con una duración de 4 a 5 semanas y podría llegar a 6 semanas en algunos lugares, lo que es diferente en cada región. Mientras en Izabal no hay canícula, en la capital, Petén, costa sur, el altiplano y en especial en el corredor seco, Baja Verapaz, Quiché y oriente, se prevé que bajo los efectos de El Niño esta sea más marcada y que impacte principalmente los cultivos que no tienen acceso al riego como los granos básicos, añadió.
Hablan los productores
El presidente de la Asociación de Granos Básicos (Anagrab), Gustavo Rivas, dijo que en el Ixcán y Franja Transversal del Norte (FTN), estos productos son los más afectados, especialmente la producción de subsistencia, que depende totalmente del invierno, porque quienes cultivan con fines comerciales sí tienen acceso a riego.
“En el caso del Pacífico se empezó a sembrar tarde el maíz en espera de que mejoraran las condiciones de lluvia, por lo que las cosechas saldrán más tarde”, dijo Rivas indicando que normalmente se siembra a mediados de mayo, para cosechar en septiembre. Pero ahora, el retraso durará hasta octubre y noviembre”.
La Asociación de Azucareros de Guatemala (Asazgua) expuso que hasta el momento no se ha registrado ningún impacto en el cultivo de la caña, pero se realizan monitoreos permanentes porque una canícula prolongada es un riesgo. En el caso particular de la caña, el 76% del agua que necesita para crecer lo obtiene de la lluvia, respondió la organización por medio de la oficina de comunicación.
En cuanto al café, los efectos de El Niño para Guatemala son variables, dependiendo de la época de inicio del mencionado fenómeno, explica Luisa Correa, gerente de la Asociación Nacional del Café (Anacafé).
Según las investigaciones realizadas por Anacafé, las zonas secas son las que presentan los desafíos más significativos, principalmente por déficit hídrico, lo cual limita el crecimiento y desarrollo de las plantas. También la falta de lluvia en la etapa de llenado de grano provoca la generación de grano negro, incidiendo directamente en el rendimiento.
“Este año, particularmente se observa un retraso en las siembras de café y en la aplicación de fertilizantes, provocado por el inicio tardío de la época lluviosa”, expone la ejecutiva. Por el contrario, en otras regiones se ha identificado que la intensidad de las lluvias y los fuertes vientos han provocado la caída de árboles de sombra, ocasionando daño a las plantaciones. Por tanto, los efectos negativos para este sector podrían presentarse en mayor proporción el próximo año.
La preocupación que existe sobre los efectos de El Niño se relaciona con la actividad ciclónica del Atlántico, ya que el número de huracanes y la intensidad de estos tiende a aumentar, lo cual repercute en daños a infraestructura vial sobre todo en época de cosecha; mientras que el caso de las enfermedades del café, la variación de las condiciones climáticas provoca el incremento de la incidencia de ojo de gallo y principalmente de roya, detalló Correa.
También palma africana y banano
La zona productora de palma africana mayormente afectada será la región norte, en especial al sur de Petén y la Franja Transversal del Norte (FTN), indicó Karen Rosales, directora ejecutiva de la Gremial de Palmicultores de Guatemala (Grepalma).
En esas zonas, el cultivo también depende principalmente del agua de lluvia y ya se prevé una reducción de la productividad de 3% a 5% para finales del 2023 y el 2024 por efectos sobre la formación efectiva de racimos. También se prevé un incremento de la incidencia de plagas, que pueden ocasionar pérdidas en la producción y obligar a invertir en controles biológicos.
Otra previsión es que el pico de producción se corra al menos tres meses, por lo que un alto porcentaje de la fruta que se debería cosechar en el último trimestre del 2023, saldrá a inicios del 2024. “El estrés hídrico tiene implicaciones a mediano plazo en el cultivo de palma de aceite, afectando también la fisiología del mismo, con repercusiones en la productividad de 1.5 a 2 años siguientes”, agregó Rosales.
En tanto, a los productores agremiados en la Asociación de Productores Independientes de Banano (APIB) les preocupan los efectos que ya se sienten en las actividades productivas de esta fruta, ya que la merma de la lluvia respecto a años anteriores, conduce a múltiples retos y gastos, indicó el director ejecutivo de la entidad, Julio Mérida.
“Venir de la pandemia, pasar por la escalada inflacionaria en los costos de producción y ahora esto, supone enormes y muy onerosas dificultades que aparte de todo, el mercado no paga, pues los precios de la fruta no han mejorado en varios años”, expresó.
Los pronósticos que se refieren al calentamiento oceánico no se observan halagüeños en los siguientes meses del año “y podríamos ver una reducción en la productividad del sector”, agregó. Este aspecto no sólo está afectando la producción bananera de Guatemala, sino también en Ecuador, que es el mayor exportador de banano del mundo.
Los productores independientes han asumido compromisos con la sostenibilidad, sin embargo, “no podemos negar que este 2023, el fenómeno de El Niño, está representando el mayor reto desde la pandemia del 2020”, añadió.
Comportamiento
- Según el estudio “Perspectiva Climática” elaborado por el ICC, y citado por Camagro, durante abril y mayo del 2023 se observó una disminución en la cantidad de lluvia, registrándose menor precipitación, con valores cercanos o debajo del mínimo histórico registrado para el periodo 2008-2022.
- Mientras que la reducción observada en mayo es similar a la del año 2015.
- “Con ese comportamiento se confirma el establecimiento del Fenómeno del Niño en la región, y para el caso de Guatemala podría extenderse hasta 2024”, se añadió.
- Para el resto del año se prevé que se mantengan las mismas condiciones, que incluirá también el registro de temperaturas récord en varias zonas del país y un comportamiento por arriba del promedio en la temporada de ciclones tropicales en el Océano Pacífico, se agrega en el documento de la Cámara.