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El giro del negocio bancario se está transformando y va hacia la sostenibilidad

Guatemala debe prepararse para ingresar rápidamente a la nueva corriente de intermediación financiera, sugiere especialista de McKinsey & Company. 

Juan Aristi socio de McKinsey ENTREVISTA foto ABG

Juan Aristi, socio de la firma McKinsey & Company explica que uno de los tres pilares para la sostenibilidad en el sector es calcular las emisiones de la cartera y tener un plan para reducirlas. (Foto, Prensa Libre: cortesía ABG).

Sostenibilidad y transferencia energética son algunos conceptos que empiezan a acuñarse en el negocios bancario o financiero a escala global, tendencia cuya consolidación se espera para los siguientes años.

Juan Aristi, socio de la firma McKinsey & Company con sede en Nueva York, participó en el III Congreso Regional “Finanzas Sostenibles”, que organizó la Asociación Bancaria de Guatemala (ABG), enfatizando en lo que viene para la industria financiera regional y presentó una visión de lo que se empieza a observar en el principal distrito del manejo de capitales del mundo.  

¿Cuáles son las tendencias de sostenibilidad en el sector bancario?

La sostenibilidad se aceleró con el Acuerdo de París en 2015, al que tanto países como corporaciones que se están uniendo, y que se resume en el compromiso de que para el 2050 no haya más emisiones de gases que causan el “efecto invernadero”.

El acuerdo es global e incluye a todos los sectores económicos por lo que empieza a aparecer en el sector bancario, instituciones financieras y alianzas de bancos que toman esos compromisos para ayudar a reducir esas emisiones.

¿Cuál es el papel de las instituciones financieras al respecto?

En el caso de la banca y las instituciones financieras las emisiones directas son muy pequeñas en comparación con una industria, pero las sucursales y oficinas de los bancos consumen electricidad, calefacción y otros tipos de energía, lo que produce emisiones directas.  Pero ahora también se ven las emisiones indirectas, que son las relacionadas con las carteras de crédito e inversión.

O sea que se considera una emisión indirecta en una institución financiera, el hecho de prestar recursos a una empresa o actividad económica que emite muchos de los gases mencionados.  

¿Podría citar algún ejemplo concreto?

La actividad del transporte. Puede ser que la institución bancaria tenga medios de transporte propios con vehículos de combustión, lo que contaría como una emisión directa. Pero también puede ser que el banco esté prestando dinero o invirtiendo en una empresa que tiene una flota de 200 buses. Eso cuenta como emisión de alcance tres o indirecta.

Entonces, si el banco se compromete a reducir emisiones, está en el interés de la institución  ayudar a que ese cliente transforme sus métodos productivos y en lugar de prestarle fondos para comprar maquinaria o vehículos que funcionan a base de combustibles fósiles, le facilie recursos para adquirir automotores eléctricos.

¿Cómo se define la estructura de esos métodos de sostenibilidad?

En el sector bancario se habla de sostenibilidad de tres pilares: uno, es calcular las emisiones de la cartera y tener un plan para reducirlas de aquí al 2030, 2040 y 2050.

El punto dos es cuáles oportunidades de negocio se generan para la institución financiera en esa transición ecológica y energética hacia las “operaciones verdes”, que incluyen la asesoría que los bancos deben brindar a las empresas para que reduzcan sus emisiones. 

El tercer pilar es la visión de riesgos, que también es importante. Por ejemplo, es posible que la empresa de transporte tenga su negocio y oficinas principales un sector con riesgos de inundación, lo que el banco debe considerar para desembolsar el préstamo. 

¿Qué otro potencial riesgo se puede mencionar?

El de transición económica. Imaginemos que la compañía de transporte no cambia sus vehículos de combustión a eléctricos y que a poco tiempo, la legislación de país indica que se debe cambiar a unidades sostenibles, pero la empresa no está preparada. Entonces, pierde cuota de mercado y oportunidades de crecimiento, lo que puede generar un mayor riesgo de repagar los créditos que se le han aprobado.

Si la empresa en las cuales se invierte sufre las consecuencias de la transición energética o la captura las oportunidades, está en riesgo.

Bajo este modelo, ¿Cuál es la experiencia de algunos países?   

Todos los temas de sostenibilidad y cambio climático están más avanzados es Europa, como lo demuestra la regulación por parte del Banco Central Europeo.  En Estados Unidos y en otras partes de Asia, también se ha avanzado mucho, pero van dos puntos por detrás, sobre todo, porque la regulación exige menos en Norteamérica. 

¿Y en la región?

Pasando a Latinoamérica, hay mucho movimiento y adelanto en varios temas: desde el punto de vista de los riesgos, los países latinoamericanos están expuestos a amenazas climáticas muy importantes, en particular los que están cerca del ecuador.

Lo siguiente es que, desde el punto de vista de oportunidades, la transición energética va a generar flujos de capital e inversiones muy importantes, de manera que también se observan algunas intenciones regulatorias en la región. Por ejemplo, en Colombia ya hay una normativa aprobada y en Chile hay una regulación de divulgación de temas climáticos.

También ya hay bancos que cuentan con estrategias y compromisos relacionados con la  sostenibilidad.     

¿Qué ve en Guatemala?

Guatemala está en la parte inferior, en comparación con otros países, pero por ser un tema importante, empieza a acelerarse.

A su juicio, ¿cuáles son las ideas clave para el sistema bancario guatemalteco?

Aquí hay un tema de crear capacidades internas para entender los riesgos medioambientales, poder generar productos verdes, saber cómo estructurar un bono verde o uno ligado a la sostenibilidad.

En parte es definir las capacidades internas y lo que vemos es una combinación de reclutamiento selectivo de personal, como ingenieros ambientales o expertos en esos temas combinados con los perfiles más tradicionales de tipo bancario o financiero, y poderles brindar las capacitaciones adecuadas para comprender los nuevos temas ambientales. 

También hay herramientas y datos que estos nuevos riesgos y oportunidades requieren, como puede ser nueva información de los clientes y proveedores.

Y finalmente hay que establecer cuál es el nivel de ambición en términos de sostenibilidad para organizar esos temas y no estén fragmentados, para llegar a desarrollar la formación de capacidades. Al final, lo que se trata es integrar la sostenibilidad en el negocio bancario, sin que sea un tema de filantropía.

ESCRITO POR:

Urias Gamarro

Periodista especializado en macroeconomía, finanzas públicas e infraestructura, con 20 años de experiencia en medios radiales, impresos y digitales.