“Desafortunadamente es mucha la demanda de atención aduanera y poca la capacidad instalada de personal, tanto de Pedro de Alvarado como de La Hachadura, en El Salvador”, añadió Aquino.
Según el transportista, el problema principal es que en esa aduana se concentra el flujo de comercio que genera Puerto Quetzal y el procedente de territorio mexicano.
En opinión del ejecutivo, en tanto los directores generales de aduanas en ambos países no accionen, la situación seguirá igual.
Aquino señaló que además de los atrasos y complicaciones, hay pérdidas económicas que son imposibles de cuantificar con exactitud.
Explicó que lo que más impacta en las empresas es la falta de cumplimiento de los tiempos de entrega, porque a veces hay cargamentos de productos que deben pagar multas civiles.
En el caso de los perecederos, Aquino explicó que tienen prioridad.
Al respecto, en la SAT se informó que sostienen reuniones con sus homólogos salvadoreños para solucionar el problema.