“Este crecimiento supone más de 2 billones de dólares (1.4 billones) adicionales en términos reales y generará una suma significativa de empleos”, señala el escrito emitido al final de la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G20 (grupo de países desarrollados y emergentes) que se ha celebrado en Sídney.
No obstante, el G20 admite que a pesar de los signos de recuperación, la economía global aún está lejos de alcanzar un crecimiento fuerte y sostenido.
El presidente de Banco Central Europeo (BCE) , Mario Draghi, consideró que la recuperación de Europa es aún “modesta” y la deuda pública se mantiene muy alta.
“Vemos progresos pero también vemos riesgos que pueden comprimir la recuperación”, declaró Dragui.
El comunicado final de la cita indica que si bien la reducción de estímulos monetarios pueden “conducir a una excesiva volatilidad” y dañar el crecimiento, su “respuesta principal será fortalecer y perfeccionar los marcos de política estructural y financiera macroeconómicas internas”.
Para lograr este objetivo, ese ha establecido el “Plan de Acción de Brisbane”, que incluirá acciones concretas en los países que forman el G20 en materia de creación de empleo, incremento de la inversión, mejoras en las políticas comerciales y promoción de la competencia, entre otras políticas macroeconómicas.
El tesorero australiano, Joe Hockey, anfitrión de la cita, calificó como “ambicioso” pero “tangible” el acuerdo contó con el beneplácito de la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y el ministro español de Economía, Luis de Guindos, entre otros.
La proyección de crecimiento está en línea con el FMI, que recientemente consideró que la implementación de una serie de reformas agresivas podría aumentar el crecimiento mundial en un 0.5% anual.
El ministro español de economía, Luis De Guindos, que acudió como invitado, afirmó en rueda de prensa que “compartía” el objetivo “que puede conseguir” el reparto de más de US$2 billones en actividades económicas reales y la creación de decenas de millones de nuevos puestos de trabajo a nivel mundial.
El documento, que consta de dos páginas con once puntos y anexos, se compromete a crear un clima que faciliten las inversiones, particularmente en infraestructura de las pequeñas y medianas empresas y remover las barreras para promover la inversión privada y crear un clima de confianza entre los inversores.
Los países del G20, además, se comprometen a luchar contra la evasión fiscal de las grandes multinacionales en la era digital y a apoyar el Plan de acción contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios, conocido como BEPS, por sus siglas en inglés.
El grupo espera que para la cumbre de líderes del G20, que se celebrará en noviembre en la ciudad de Brisbane, se comience a implementar “medidas efectivas, prácticas y sostenibles” en materia tributaria y en una economía cada vez más globalizada.
Asimismo, el G20 apoyó los estándares para el intercambio de información financiera de forma recíproca y se comprometió a trabajar en aras de la implementación de un plan para la próxima reunión de ministros y gobernadores de bancos centrales que se celebrará en septiembre próximo en la ciudad australiana de Cairns.
Sin embargo, el G20 fracasó en avanzar en la reforma del FMI para permitir una mayor participación de los países emergentes en las decisiones del organismo acordadas en 2010 y se limitó a instar a Estados Unidos a hacerlo antes del próximo abril.
Si “a la larga el FMI no tiene la legitimidad entre los países emergentes debido a una falta de progresos en esta clase de asuntos, se dará una clase de alejamiento”, alertó en una entrevista publicada hoy por un diario local el gobernador del Banco Central de la India, Raghuram Rajan.
El G20 cuenta entre sus miembros a la Unión Europea, el G7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia), además de Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, México, Indonesia, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia.