Economía

Jets y filantropía, la vida del alto ejecutivo en EE. UU.

Los directivos de las grandes empresas reciben sueldos inimaginables para el ciudadano de a pie.

En un momento en el que la clase media en EE. UU. y en general en todo Occidente está menguando y la brecha entre ricos y pobres se acentúa cada vez más, basta echar una ojeada a los beneficios de los que disponen los ejecutivos mejor pagados de la lista Fortune 100 para hacerse una idea de los tiempos que corren.

Fortune 100 reúne al centenar de empresas de EE. UU. con más ingresos, y en la lista se hallan firmas como Walmart, Exxon Mobil, Chevron, Berkshire Hathaway, Apple, General Motors, Phillips 66, General Electric, Ford, CVS, AT&T, Valero, United Health, Verizon, Costco, Hewlett-Packard, JP Morgan Chase, Boeing y Amazon.

Probablemente la ventaja que más curiosa resulta es la de las donaciones benéficas pagadas, es decir, que los consejeros delegados y otros altos cargos directivos de grandes empresas reciben dinero de su compañía para hacer donaciones a título personal a organizaciones caritativas.

De acuerdo con Equilar, una firma estadounidense dedicada a estudiar y proveer información salarial y otros datos sobre el mundo de la empresa, hasta un 15% de los altos ejecutivos de las compañías de la lista Fortune 100 reciben dinero para donarlo a organizaciones no lucrativas.

La media de lo que los directivos de Fortune 100 reciben al año para realizar donaciones benéficas asciende a US$16 mil 383, con lo que se aseguran una buena imagen y prestigio social a expensas de la compañía.

Que las mayores empresas del mundo disponen de aviones privados para trasladar a sus cargos directivos y para otros compromisos cuando sea necesario no es ningún secreto, pero lo que no es tan conocido es que muchos de estos ejecutivos pueden usar el avión de la empresa para irse de vacaciones y otros asuntos personales.

Más de la mitad de los altos ejecutivos de las compañías de Fortune 100 tienen permitido utilizar el avión corporativo en su tiempo libre, y embarcar en él a sus parejas sentimentales, familia y amigos.

Según Equilar, un alto directivo de una empresa a la que la firma de datos evitó identificar gastó hasta US$1 millón a cargo de la compañía en el 2014 en vuelos por asuntos personales.

Tampoco es un secreto para nadie que en los ámbitos en los que se mueven estos altos ejecutivos sea habitual pertenecer a un exclusivo club de campo al que ir a jugar a golf, compartir mesa con otros miembros de la “jet set” y en general cultivar relaciones sociales al más alto nivel.

Sin embargo, resulta chocante conocer que uno de cada diez directivos de Fortune 100 no paga el club de su propio bolsillo, sino que la empresa costea su membresía, algo contemplado en la lista de beneficios asociados al cargo.

Además de estos beneficios, muchos de los consejeros delegados, consejeros financieros y otros altos cargos de las grandes corporaciones también disponen de guardaespaldas, chófer personal y vivienda pagada por la empresa, así como, en algunos casos, de una partida de dinero en efectivo no incluida en el sueldo y destinada a todo tipo de “extras” en los que puedan incurrir.

Por si todo ello no fuese lo bastante bueno, todos los beneficios no se pierden con el cargo, sino que se sigue disfrutando de algunos de ellos incluso una vez abandonado el puesto, como es el caso del exconsejero delegado de la aerolínea United Airlines, Jeff Smisek.

Smisek, quien fue despedido el pasado año en medio de un escándalo por supuesta corrupción, recibió una indemnización de US$36.8 millones, además de quedarse con el automóvil de la compañía, plazas de estacionamiento en aeropuertos de todo EE. UU. y vuelos gratuitos con United de por vida.

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