Es problemático cuando los líderes y sus equipos están enfocados únicamente en apagar incendios y cumplir con los indicadores a corto plazo, realizando su trabajo en piloto automático y reaccionando a lo que es un urgente, sin detenerse a priorizar lo que realmente es importante y estratégico en el largo plazo.
Es ahí donde el líder juega un rol crucial, ayudándole a sus colaboradores a comprender la importancia de su rol y cuáles son las actividades que agregan valor y contribuyen al alcance de metas estratégicas. Para lograrlo, algunos pasos que los líderes pueden seguir con sus equipos son:
Comunicar la estrategia: Un equipo de alto desempeño sabe con claridad cuáles son sus objetivos y cada uno de sus integrantes comprende como su aporte individual contribuye al alcance de las metas colectivas. Por eso, cuando un líder comunica las metas a su equipo, también debe compartir la estrategia de la organización y explicar de qué manera el equipo y sus miembros están ayudando a hacer realidad la visión de la organización y aportando para que los objetivos organizacionales se cumplan.
Crear conexión con la estrategia: Para que los miembros de un equipo se sientan motivados a luchar por alcanzar las metas, es útil que creen juntos los valores del equipo y un propósito por el cual todos se sientan inspirados. Lo importante, es que exista una conexión entre cómo cuando el equipo alcanza las metas, está honrando sus valores y viviendo en coherencia con su propósito inspirador y con la estrategia.
Alinear objetivos: Un buen líder conoce las aspiraciones personales y profesionales de cada miembro de su equipo. Sabe qué valora y qué motiva a cada uno de sus colaboradores. Esta información es fundamental, porque con ella el líder puede ayudar a sus colaboradores a comprender de qué manera se benefician y satisfacen sus necesidades individuales, cuando cumplen con sus objetivos laborales.
Te puede interesar: Salario emocional: afectividad crea efectividad
Priorizar cómo invertir el tiempo: La matriz de decisión de Eisenhower es una herramienta que puede ser útil a la hora de decidir cómo dividir el tiempo entre lo urgente y lo importante.
Para utilizarla, primero hay que identificar en qué cuadrante se ubican cada una de las actividades que las personas realizan en su trabajo:
Lo segundo, es hacer un seguimiento y registrar en qué actividades se está invirtiendo el tiempo y cuánto tiempo demanda cada una de ellas.
Y, por último, decidir en qué actividades invertir el tiempo y priorizar.
Según este modelo, cuando la actividad es urgente e importante, debe realizarse lo antes posible.
Lee también: Evite estos errores y conviértase en un buen jefe
Si es importante pero no urgente, debe reservarse tiempo en la agenda para realizar la actividad y asegurarse de llevarla a cabo, porque estas actividades son las que en el largo plazo agregan valor y llevan a alcanzar las metas.
Cuando es urgente pero no importante vale la pena preguntarse si es una actividad que puede delegarse a otros.
Y si no es urgente ni importante es una actividad que simplemente debe eliminarse de la lista de tareas.
* Cofundadora y CEO de Amayaco. Coach ejecutiva y consultora en liderazgo.
Contenido relacionado
> La transformación que urge a las áreas de recursos humanos
> Los trabajadores “invisibles” (y mal pagados) que están detrás de tu vida digital
> Así fue como los datos de mis clientes me hicieron cerrar un negocio y abrir otro más exitoso