Según Gabriel, “gente como (el vicepresidente de la AfD, Alexander) Gauland, se mantenían callados y eran de la CDU (el partido de la canciller conservadora Angela Merkel) mientras podían hacer carrera” y “cuando eso acabó, desempolvaron sus viejos cánticos germano-nacionalistas”.
“Esa es gente a la que le repugna la amplitud de miras y la tolerancia de este país, que quiere regresar a la antigua república germano-occidental apocada e insegura de los años 60”, afirmó.
Esa Alemania, precisó, “donde las mujeres se quedaban en casa, los extranjeros, homosexuales y lesbianas tenían la santa obligación de ser invisibles y donde al atardecer se cantaban, cerveza en mano, antiguas canciones de la Wehrmacht (el ejército nazi)”.
“Terrible”, sentenció.
A la pregunta de si el ascenso de la AfD constituye un argumento en contra de la continuidad de la gran coalición de conservadores y socialdemócratas, Gabriel se mostró orgulloso de los logros del gobierno.
“No obstante, Austria ha demostrado que permanentes grandes coaliciones llevan a que las personas anhelen diferenciación, lo que fortalece entonces los márgenes”, agregó.
Los presidentes de la AfD, Frauke Petry, y del ultranacionalista Partido Liberal de Austria (FPÖ), Heinz-Christian Strache, se reunieron el viernes pasado en el Zugspitze, la montaña más alta de Alemania (2.962 metros) para coordinar mejor las líneas de actuación de estas dos formaciones hermanas.