Este año que todavía comienza, traerá sus propios afanes y regalos, algunos dicen que para cambiar debemos estar insatisfechos con lo obtenido, y creo que no necesariamente, lo que si es necesario es saltar los límites, porque cuando dejamos de verlos, las excusas no tienen espacios donde pulular, y a un ser humano sin excusas, el cambio no lo alcanzará, él lo promoverá.
Hemos hablado de los cambios personales: deporte, alimentación, en general hábitos personales; pero qué tal si planteamos algo más grande, que supere lo individual, pero cuente con cada uno de nosotros; un reto que hable de familia, de organización, de municipio de país.
Por estos días utilizaba un ejercicio señalado por un consultor hace algún tiempo, y se desarrolla de la siguiente manera: ¿Cuántos jugadores necesitamos en un equipo de basquetbol para convertir una canasta? O si se trata de un equipo de fútbol, ¿Cuántos para anotar un gol? Las respuestas son variadas, 5 u 11, respectivamente, luego 10 y 22, algunos incluyen al entrenador.
Para ello conté una experiencia vivida hace algún tiempo en el Estadio Doroteo Guamuch, en aquel entonces, Mateo Flores. Guatemala enfrentaba a México, y las graderías lucían de azul y blanco, pero la intención de muchos que llevaban la franja azul cruzando su pecho, no coincidía con el deseo central que era ver jugar a Márquez, jugador mexicano, de muy buena reputación en ese momento.
Acudo a la anécdota, para tratar de reflexionar de ¿Cuántas personas necesitamos para conseguir una canasta o un gol? Exactamente lo mismo ocurre en la empresa, mientras sigamos amparados en un organigrama que en letras de molde nos marca como divisiones, será muy difícil hacer un gol, que para el caso es conseguir una meta o un objetivo de conjunto.
Es un momento de cambio, y eso requiere que juegue todo el estadio, no solo aquellos que pertenecemos al área comercial, transporte o cartera. Hasta la próxima.