Economía

Préstamos estudiantiles en EE.UU. causan drama multigeneracional

Un título universitario prácticamente garantizaba la llegada de Andrés Aguirre a la clase media. A los 40 años, sin embargo, todavía sigue pagando por la admisión a la universidad.

Después de una década de pagos, destina US$512 mensuales a los préstamos estudiantiles y aún adeuda US$20 mil a un drama que ha pasado generaciones.

Esa obligación hace que su familia alquile un departamento en Campbell, California, porque no está en condiciones de comprar una vivienda en un distrito con mejores escuelas.

Su hija es una excelente estudiante en la secundaria, pero le recomienda que vaya a un modesto community college (que ofrece carreras intermedias de dos años y es más barato que las universidades con carreras de cuatro años) para evitar endeudarse como hizo él.

“No le cayó nada bien la sugerencia”, comentó Aguirre, quien es gerente en una empresa de productos para la salud. “Pero comprende las opciones que tiene por delante”.

Parte del problema es que a menudo hay que volver a estudiar, y a endeudarse, para poder aprovechar las oportunidades laborales que se presentan.

En Kansas, la familia Bigler vive en el remoto pueblo de Ashland como parte de un programa que condona la deuda del padre, Jonathan, de 54 años, quien cambió de carrera para trabajar como asistente médico.

Ashland, un pueblo de 853 habitantes, se encuentra a 80 kilómetros (50 millas) del Wal-Mart más cercano y a una hora del local de hamburguesas más próximo.

Si se toman en cuenta los préstamos estudiantiles de sus tres hijas, de 22 a 27 años, la familia debe abonar US$2 mil 531 todos los meses para saldar esas deudas.

Al paso que van, terminarán de pagar cuando Jonathan tenga 72 años.

Las deudas por préstamos estudiantiles ascienden a UA$1 mil 200 billones actualmente y han generado un nuevo fenómeno: afectan a varias generaciones de una familia.

Abrumados por esa deuda, muchos padres no están en condiciones de costear los estudios de sus hijos sin contraer más préstamos estudiantiles y adeudarse más todavía.

Información analizada por la Associated Press, combinada con estudios sobre familias y datos estadísticos de los préstamos estudiantiles permiten sacar las siguientes conclusiones:

— Cada vez más personas de 40 años siguen pagando los préstamos estudiantiles. Este grupo representa el 35% de esa deuda, comparado con el 25% del 2004, según la Reserva Federal de Nueva York.

Esto se debe en parte a que los pagos se escalonan a lo largo de más tiempo, hay mucha gente que regresa a la universidad ya de adultos y, finalmente, a que numerosos padres deben endeudarse nuevamente para pagar los estudios de sus hijos.

__La “generación X”, que abarca a las personas de 35 a 50 años, debe tanto como los jóvenes que acaban de salir de la universidad. Tienen una deuda promedio de US$20 mil, más o menos lo mismo que los “milennials”, de menos de 34 años, de acuerdo con un informe de Pew Charitable Trusts.

Las personas de la Generación X con préstamos estudiantiles no pueden ahorrar para los estudios de sus hijos. Alcanzan a ahorrar un promedio de apenas US$4 mil, comparado con los US$20 mil típicos de quienes no están pagando préstamos estudiantiles, según el Pew.

__Como consecuencia de esto, sus hijos se verán obligados a contraer préstamos para estudiar, perpetuando el ciclo de endeudamiento en la familia.

Los préstamos de estudiante son hoy el principal gasto de mucha gente, superior incluso al de los alimentos.

Una persona promedio de menos de 40 años paga US$404 mensuales por sus préstamos estudiantiles, según el análisis de la información de la Reserva Federal hecho por la AP.

Esa suma es ligeramente superior a lo que una familia con estudios universitarios gasta en el supermercado, de acuerdo con el gobierno.

El ciclo de endeudamiento refleja la importancia que se le da a los estudios universitarios como instrumento para trepar en la escala social.

__Hace unos 25 años el gobierno comenzó a alentar el endeudamiento para cubrir los estudios, con el razonamiento de que, teniendo un título, la gente podría pagar si problemas los préstamos. Pero la realidad ha sido muy distinta.

Unos 6 millones de hogares de la Generación X siguen pagando préstamos estudiantiles.

Hay gente como Aguirre, que renuncia a comprar una vivienda.

Diferentes caminos

Nathan Anderson sacó su primer préstamo estudiantil en 1991. Sus estudios en la Johns Hopkins University coincidieron con el principio del boom de los préstamos estudiantiles: el gobierno comenzó a aumentar los límites para el endeudamiento, surgieron los préstamos Stafford, que no estaban subsidiados, y se incentivaron los préstamos de entidades privadas.

Anderson sacó un major (título de cuatro años) en psicología, con la idea de dedicarse a la psicología infantil. Pero tras sufrir una lesión en un hombro jugando al fútbol descubrió la acupuntura.

Decidió entonces estudiar esa forma de medicina china y obtuvo una licencia para trabajar en esa profesión en el 2004.

Ya adeudaba US$45 mil por los estudios de psicología y la acupuntura aumentó la deuda.

Otros se han mudado a sitios remotos del país para poder acogerse a programas en los que se perdona la deuda. Pero nunca antes, según los expertos, hubo tanta gente que comenzó su carrera endeudada.

Hoy, a los 42 años y con una familia de cinco personas, tiene una clínica de acupuntura en Tucson, Arizona, con su esposa Julie, también acupunturista.

Entre los dos deben pagar US$1 mil 700 mensuales para cubrir sus préstamos estudiantiles.

“Más de lo que pagamos por la comida. Es como tener una segunda hipoteca”, se lamentó Anderson.

Al fomentarse los préstamos estudiantiles nadie tomó en cuenta que mucha gente podía cambiar de carrera ni que los sueldos se estancarían, mientras las deudas aumentaban.

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