Estos dos vecindarios están ubicados en el mismo sector; sin embargo, provocan sensaciones diferentes, tal como explica Tim Harford en su libro “La lógica oculta de la vida”, haciéndose la pregunta: ¿Por qué elegimos uno u otro vecindario para vivir o pasear? Y la respuesta es que cada persona realiza elecciones racionales, pero el comportamiento racional de estas personas puede producir resultados irracionales para la sociedad.
Tomemos, por ejemplo, un parque infantil en una tarde soleada, donde podemos contar muchas personas, niños corriendo por todos lados, una madre de color columpiando a su niña, madres asiáticas apoyadas en cochecitos de paseo charlando mientras sus hijos tiran de sus bolsos, un hindú empujando con suavidad el carrito de su hijo y a eso de las 5 pm, las voces de los padres “cinco minutos más y nos vamos”. Repentinamente, veremos vaciarse el parque y poco a poco pandillas de adolescentes tomarán posiciones en ambos lados del parque. Parecen inofensivos, agrupados más para su propia tranquilidad y por camaradería que para prepararse para causar problemas, pero de cualquier manera en un breve intervalo el parque cambió drásticamente.
La diferencia está en la interacción. Cualquier espacio urbano está lleno de humanos que interactúan, pero sobre todo lo están las calles y los parques. Es así como se crean focos de atracción alrededor del cual otros se coordinan. Mientras se generen eventos o actividades sociales, los parques y las calles podrán estar a salvo de atracadores y habrá algo que ver, por lo que las familias irán a aprovechar el lugar. Otras familias irán porque allí estarán aquellas primeras familias.
Luego, los sutiles detalles del diseño urbano, junto con el comportamiento racional de los individuos determinan qué barrios prosperan, cuales decaen e incluso quién vive y quién muere. Continuará….