En septiembre, Japón anunció un restablecimiento de su comercio tras el fuerte déficit registrado en agosto, pero los buenos datos no han durado mucho.
La coyuntura mundial actual (donde los pedidos procedentes del extranjero se han debilitado debido a la crisis de la deuda europea, la desaceleración de la economía estadounidense y la subida del yen) no favorece a Japón.
De hecho, el archipiélago, dependiente del exterior en lo que a energía se refiere, está obligado a aumentar sus importaciones de gas natural licuado para alimentar las centrales térmicas que funcionan al máximo para compensar la suspensión de la mayoría de los reactores nucleares desde el accidente atómico de Fukushima en marzo.
Habitualemente excedentaria gracias al poder de los sectores exportadores, la balanza comercial del archipiélago se tambalea desde el terremoto y el tsunami del 11 de marzo en el noreste del país.
Las industrias estratégicas de la electrónica y del automóvil se han reorganizado desde esta catástrofe natural que dañó fábricas y rompió provisionalmente los circuitos de suministro, pero después han sufrido numerosos retrasos de producción debido a las inundaciones en Tailandia donde tienen instalaciones y suministradores de componentes clave.
En noviembre, las ventas de semiconductores al extranjero cayeron 15.1% en valor y las de aparatos audiovisuales un 48,5%, caídas que no podido compensar la subida de ventas de navíos.
Durante este mes, las exportaciones de Japón se elevaron a 5.197 billones de yenes (51.200 millones de euros) , un 4,5% menos que hace un año, debido a la fuerte caída marcada de la venta de bienes hacia Asia, Europa y China.
Al mismo tiempo, las importaciones subieron 11.4%, a 5.882 billones de yenes (cerca de 58.000 millones de euros) , esenciamente a causa del aumento de los gastos en gas y productos petroleros.
La factura petrolera subió un 15.1% en un año y la de gas licuado un 76%.
