Guatemala no ha escapado a los efectos de la pandemia del covid-19 y de los devastadores eventos climáticos recientes, como Eta e Iota, que han expuesto sus debilidades, como las de otros países en desarrollo, exacerbando la desigualdad.
Pero Guatemala tiene las herramientas para superar este impasse.
En 2019, la inversión creció un 7%, y el PIB repuntó a 3.6% y la caída en 2020 a causa de la pandemia es menor que en otros países de la región. Pero lo más importante, este impulso positivo se ha traducido en una reducción de las cifras de pobreza, en dos puntos porcentuales en cuatro años.
Aunque durante los primeros meses de la pandemia, las remesas, una de las mayores fuentes impulsoras del crecimiento económico del país, se vieron fuertemente afectadas, estas repuntaron en junio e incluso alcanzaron cifras sin precedentes, cerrando 2020 con una cifra superior a los US$10 mil millones. En enero y febrero de este año, el país está batiendo cifras récord en comparación con periodos anteriores.
El país ya ha iniciado el trabajo para generar la confianza del sector privado y atraer inversiones que permitan afrontar los retos de desarrollo, de la mano de organismos multilaterales. Y aún con el inevitable desafío de liquidez y las restricciones fiscales por la respuesta de emergencia a la pandemia, Guatemala está bien posicionada para atraer el capital y la experiencia del sector privado.
Estas son tres claves podrían guiar esta recuperación sostenible de Guatemala:
1) Apoyo a las instituciones financieras para que estén en capacidad de otorgar crédito a las pequeñas y medianas empresas
En Guatemala hay cerca de 480 mil mipymes, lo que representa más del 90% del total de empresas registradas. Estas generan 80% del empleo nacional y contribuyen en un 40% por ciento al PIB, según datos del Ministerio de Economía.
Pero aún siendo un instrumento tan esencial para la economía del país, se enfrentan a una brecha financiera que les impide alcanzar todo su potencial.
Según datos del Global Findex, en Centroamérica, menos de la mitad de las pymes tienen un préstamo bancario para capital de trabajo. Aquellas lideradas por mujeres están aún más restringidas, por ejemplo, en Guatemala solo el 20% de las pymes dirigidas por mujeres cuentan con financiamiento de este tipo. Esto representa un obstáculo para el crecimiento.
La inclusión financiera de las pymes y mujeres empresarias será posible si otorgamos de las herramientas necesarias a las instituciones financieras. Y esto va más allá del financiamiento en sí.
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Es decir, se requiere una labor de capacitación al sector financiero para que conozcan todo el potencial de negocio que tiene el desarrollar productos dirigidos a mujeres y pymes.
En el contexto de la pandemia, lo anterior es clave para que los pequeños negocios puedan seguir operando, se protejan los puestos de trabajo y haya continuidad en la importación y exportación de productos.
Pero más allá de la crisis, estos esfuerzos deben orientarse a ayudar a las pymes a ampliar sus capacidades tecnológicas y de infraestructura, mejorar su presencia digital, reinventarse y ser más resilientes.
2) Atender necesidades críticas de infraestructura
Datos publicados por la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa) revelan que en la próxima década se necesitan US$2 mil millones por año para tener niveles aceptables de infraestructura vial.
Esto no es menor si tomamos en cuenta que la agricultura y la agroindustria son uno de los principales motores de crecimiento económico en el país.
Hace pocas semanas, directivos de esta organización compartían que las limitaciones en infraestructura resultan en un aumento de entre 10 y 15 por ciento de los precios de los productos.
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Con una infraestructura vial adecuada, los productores tienen mejor capacidad de trasladar sus productos sin perderlos, a mejor precio, e incluso pueden aprovechar mayores oportunidades para la exportación. Una mejor conectividad también garantiza mejor acceso y atención de salud para los guatemaltecos y puede crear miles de empleos.
Paralelamente, Guatemala, como el país más poblado de Centroamérica y con una creciente tasa de urbanización, necesita adaptar sus ciudades para atender la demanda creciente en los servicios públicos, sistemas de transporte, de manejo de residuos e incluso su capacidad de afrontar los efectos del cambio climático.
Eventos recientes así lo han demostrado. Tan solo la capital guatemalteca tiene casi 2 millones de habitantes, y la cifra incrementa significativamente con la entrada diaria de personas que ingresan para estudiar o trabajar. Hay que transformar las ciudades para mejorar la seguridad, la movilidad urbana, el acceso a servicios básicos, y atraer inversiones que también permitan acelerar la recuperación económica.
3) Atraer capital y experiencia del sector privado a través de Asociaciones Público-Privadas (APP)
Las APP tienen el potencial de atraer capital y buenas prácticas internacionales de inversionistas privados, para responder de forma efectiva a las necesidades del país y sus retos de desarrollo, sin poner mayor carga fiscal en el gobierno.
Con la asesoría y guía adecuadas, es posible estructurar APP efectivas, transparentes y competitivas, que den paso a proyectos que sean financiera y socialmente viables. Es positivo que Guatemala esté dando los pasos para fortalecer su regulación en la materia.
Esfuerzos mancomunados entre el sector público, privado y organismos multilaterales como la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Banco Mundial son clave para generar las condiciones para que se den estas inversiones. El mundo, la región y el país viven momentos difíciles; pero Guatemala tiene el potencial de recuperarse y reconstruirse mejor, siendo más sostenible, inclusiva y resiliente.
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Sanaa Abouzaid es Gerente Regional de Corporación Financiera Internacional (IFC) en Centroamérica, miembro del Grupo Banco Mundial.