Seis décadas después se propone una idea similar, bajo un contexto distinto. Se busca corregir un error que ha crecido en los últimos 15 años: incrementar el salario mínimo sin tomar en cuenta que era necesario tratar de manera distinta al sector industrial de exportación ubicado en el interior del país. Dos razones justifican la propuesta.
Primero, es el sector industrial de exportación el que genera desarrollo económico y empleos. De hecho, el limitado desarrollo que Guatemala generó entre 1950 y 1980 se debió a políticas favorables a la industrialización. Sin embargo, hay un problema. Los precios finales de este sector se determinan a nivel mundial, así que los aumentos al salario mínimo no se pueden trasladar a los consumidores. La única forma de aumentar salarios es vía capital y tecnología.
Segundo, los otros sectores de la economía se comportan de manera diferente, y por ello no forman parte del salario mínimo diferenciado. Los sectores de construcción, comercio y servicios pueden absorber incrementos en el salario mínimo, pues trasladan parte del incremento al consumidor final. La mala noticia es que ningún país se ha desarrollado de la mano de estos sectores.